El hermano del Presidente

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Toda la discusión que desató la designación de Pablo Piñera como embajador en Argentina habla de un claro error político del Presidente, pero también de cómo las cosas pueden llevarse a extremos que no siempre son saludables.

Es fácil subirse a la ola de críticas, de lo impresentable que resulta, del basta ya de pitutos, con que se ha tratado el caso. Yo mismo estaba en eso hasta que me topé con un ejemplo que me hizo ruido. Se trata del momento en que John Kennedy nombra a su hermano Robert como fiscal general. En esa época, principio de los años sesenta, también fue un escándalo, pero mirando hacia atrás, nadie duda que se trató de uno de los mayores aciertos del presidente.

Robert tenía sólo 36 años cuando asumió el puesto, pero rápidamente se convirtió en un personaje muy influyente del gobierno y el principal consejero de su hermano. Fue clave en la crisis de los misiles en Cuba, como también en todo el movimiento de los derechos civiles, que muchos consideran su legado. Luego, se convirtió en senador y cuando iba a paso firme para conseguir la presidencia de su país, lo asesinaron. Hoy, su figura es recordada como uno de los grandes políticos de Estados Unidos. Tanto, que el edificio central del Departamento de Justica en Washington lleva su nombre.

El gobierno de Kennedy también sirve para ilustrar otra institución que la furia nepotista también tiene en entredicho: la primera dama. Bueno, no hay historiador que no destaque el rol de Jackie Kennedy en el gobierno de su marido, como factor político, social y también de relaciones internacionales. Recordada es la célebre frase de John Kennedy en Berlín, cuando mirando el revuelo que causó Jackie, dijo: "Yo sólo soy el que la acompaña".

Todo esto no busca comparar el gobierno de Kennedy con lo que está pasando en Chile. La época y los personajes son diferentes. Pero hay un punto de fondo que sí debemos rescatar. Hacer una caza de brujas con la excusa del nepotismo no es correcto y no es mirar la historia. Y también es desconocer el verdadero significado del concepto, que se aplica cuando la persona favorecida no sólo es pariente, sino también, carece de los méritos para el cargo.

Es cierto que, actualmente, es políticamente incorrecto y muchas veces ilegal nombrar al hermano o al hijo en algún cargo, aunque sean unos genios. Hoy, en Estados Unidos, no se permite un caso como el de Robert Kennedy. En Francia, no existe la primera dama. Bueno, por eso mismo, me cuesta entender que esta interpretación tan talibán del nepotismo sea buena. Más bien da la impresión de que nos fuimos al extremo.

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