Ícono de una nueva diplomacia



Por Mauro Battocchi, embajador de Italia en Chile

Después del dolor, llega el momento de la reflexión. La tragedia ocurrida el lunes de la semana pasada en el noreste del Congo, con el asesinato de mi colega y amigo, el joven embajador de Italia en Kinshasa, Luca Attanasio, su agente de escolta Vittorio Iacovacci y el conductor Mustafa Milambo, muestra al mundo una nueva cara de la diplomacia, una diplomacia cerca de la gente que llamaría “en terreno”. Hace hincapié también en el trabajo, discreto pero eficaz, de los italianos en las operaciones humanitarias y de mantenimiento de la paz alrededor del mundo.

Más allá de los estereotipos de los embajadores que pasarían su tiempo en cocktails y amenidades, prevalece todavía la visión de la diplomacia donde las habilidades de mediación y negociación del agente diplomático se despliegan en la confidencialidad de cancillerías muy alejadas de las personas.

Sin embargo, para muchos diplomáticos, su profesión se puede desarrollar incluso a miles de kilómetros de las cancillerías y tiene un impacto real y tangible en la vida de millones de personas. La mediación más difícil hoy se está dando sobre el terreno: la de mejorar las condiciones de vida de los más vulnerables, luchando contra la pobreza, las epidemias, la inseguridad y la opresión. Es precisamente en zonas de conflicto o postconflicto, donde hay presencia de milicias, células terroristas o bandas criminales, que la búsqueda de estos objetivos suele ser más compleja. Un diplomático, hoy, puede enfrentarse a enormes desafíos al tener que moverse en esos territorios inaccesibles, hostiles e inseguros, con contrapartes a menudo poco confiables, como lo hizo Luca Attanasio. Con su sonrisa juvenil y su coraje, Luca es el nuevo ícono de este fenómeno.

El sacrificio del agente Iacovacci, un carabiniere profesional altamente capacitado, también me lleva a la importancia de las misiones de mantenimiento de la paz, en la cual Italia juega un papel clave. Las intervenciones de este tipo, decididas tras complejas negociaciones, con reglas estrictas y encomendadas a tropas multinacionales especializadas, son un factor fundamental para la estabilización de las zonas de conflicto, donde las instituciones locales son frágiles o donde resulta más difícil implementar los procesos de paz sobre el terreno. Dentro de las Naciones Unidas, Italia es el primer contribuyente de tropas entre los países occidentales y el séptimo contribuyente general al presupuesto de las operaciones de mantenimiento de la paz. Italia participa en zonas de conflicto complejas desde Líbano (una misión de la que tiene el mando) hasta el Sahara Occidental. Bajo la égida de la UE o de la OTAN, está presente en los Balcanes, Afganistán, África y el Mediterráneo.

A lo largo de los años, Italia ha pagado un alto precio de sangre por su presencia en las zonas más críticas. Pero lejos de desistir en hacer llegar nuestro aporte, la tragedia del Congo nos convence aún más de la necesidad de seguir con nuestro compromiso. El humanismo y la fraternidad son parte integral de nuestra identidad nacional.

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