Iglesias evangélicas y protestantes

solidaridad manos


SEÑOR DIRECTOR:

A propósito del Día Nacional de las Iglesias Evangélicas y Protestantes que celebramos en el país, quiero hacer un par de reflexiones que bien deberían ser consideradas cuando hablamos del pueblo evangélico del cual formo parte.

Nuestra iglesia no es solo la vocería de las buenas nuevas de la salvación o un grupo de personas que con guitarras y panderos alaba al Señor. Hoy somos también un brazo del Estado en los lugares donde éste no llega.

Somos consuelo para quienes sufren con la soledad, especialmente los adultos mayores; somos valor para muchos jóvenes y familias, tentados a diario para trabajar en las mafias del narco y que tanto dolor está causando en los hogares chilenos debido a la cultura de la muerte que promueve; somos salvación para quienes el alcoholismo y la drogadicción han hecho presa de sus vidas; somos esperanza para miles de chilenos privados de libertad y que encuentran una esperanza para seguir viviendo en un ambiente también tomado por bandas que operan con total impunidad desde la cárcel.

A través del ejercicio de la fe, hemos querido por siglos trazar un camino de paz, colaboración y solidaridad. Y vamos a seguir adelante, porque la sociedad, en todos sus niveles socioeconómicos, pero especialmente en los sectores vulnerables, requiere una mano acogedora, comprometida y que la ayude en medio de la confusión que hoy reina no solo en Chile, sino en todo el mundo

Eduardo Durán Salinas