Incidente por mensajes de alerta de Onemi

Delgado le exigió a la Onemi y a la empresa proveedora del SAE un informe con las fallas ocurridas el sábado. Foto: Karin Pozo / Agencia Uno.

Se ha producido un grave daño a la confianza en los sistemas de alerta temprana, ante lo cual la autoridad debe dar certezas de que fallos de esta naturaleza no se repetirán.


La falla que presentó este fin de semana el Sistema de Alerta de Emergencia (SAE) de la Onemi, que provocó que millones de personas recibieran en sus teléfonos celulares un confuso mensaje de alerta de evacuación, constituye un incidente de especial gravedad, que lesiona la confiabilidad en un sistema que, por su naturaleza, debe justamente brindar la máxima credibilidad en la ciudadanía.

Los acontecimientos se desencadenaron luego de un terremoto en la zona antártica, lo que gatilló el envío de mensajes de emergencia pretendiendo alertar de un posible tsunami. De acuerdo con la explicación de la Onemi, descartó que la falla se produjera producto de un error de sus operadores, y deslindó la responsabilidad en la empresa a cargo de la mantención del SAE. Ésta, a su vez, indicó que la falla tuvo su origen en una actualización de un software, proceso donde La Antártica y Alto Hospicio quedaron erróneamente con un mismo código, lo que habría motivado que el sistema interpretara que la alerta debía enviarse a todos quienes se encontraran dentro de esos dos puntos geográficos, y no solo a la Antártica.

Estas explicaciones -en que ninguna entidad parece asumir la responsabilidad por lo sucedido- son confusas de cara a la ciudadanía, porque sin perjuicio de precisar el origen de la falla, sigue en pie la interrogante de por qué los sistemas fallaron y si acaso existen certezas de que una situación como la ocurrida no volverá a suceder. Tratándose de un sistema de alerta de emergencias, es fundamental que la población tenga plena confianza en aquel, y no ponga en duda la confiabilidad de la información, porque llegado el momento eso puede hacer la diferencia entre salvar vidas o provocar una catástrofe. Por ello sería un error pretender que para dar por concluido el incidente bastaría con hacer efectivas determinadas responsabilidades contractuales, como ha señalado la Onemi, o atribuir a un software israelí el origen del problema, cuando lo que se necesita es certeza de que el sistema funcionará bien. La Onemi, como entidad encargada, es la llamada a dar estas certezas y adoptar todas las medidas que sean necesarias para cumplir con dicho objetivo.

No hay duda de que en un país como Chile, que está permanentemente siendo azotado por catástrofes naturales, un sistema de alerta temprana es una herramienta indispensable -en emergencias anteriores el SAE había logrado funcionar eficientemente, alertando a la población afectada de posibles riesgos-, y de ahí la importancia de que éste opere sin fallos. Los trágicos acontecimientos provocados en el tsunami de 2010, donde numerosas personas perdieron la vida por falta de información o falsas certezas que transmitió la autoridad, recuerdan la importancia de que los sistemas de alertas funcionen coordinadamente y la población acceda a éstos sin dificultad.

Lo vivido el fin de semana también da la oportunidad de revisar la calidad de la información. Varios usuarios reportaron no tener claridad acerca de qué es lo que se estaba intentando comunicar en los mensajes, pues al indicar “estado de precaución” y “abandono de la zona de playa” ello resulta genérico y no necesariamente se desprende que hay alerta de tsunami. Esto recuerda que los textos deben ser mucho más precisos, para evitar pasos en falso.

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