Inconveniente promoción escolar automática

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Establecer que los alumnos puedan pasar de curso sin mayor requisito podría debilitar aún más el proceso educativo, ya muy dañado por la falta de clases presenciales.



Avanza en el Congreso una moción presentada por los diputados de la Comisión de Educación de dicha corporación, que establece la promoción automática de curso de los estudiantes de educación básica y media. Para ello se propone utilizar como base el promedio de notas del año 2019, siempre y cuando éste no sea inferior al obtenido en el presente año. El Ministerio de Educación (Mineduc), sin embargo, se ha desmarcado de dicha iniciativa y elaboró un documento que mantiene en cada escuela la decisión al respecto, explicitando que cada alumno debe recibir al menos una nota y contemplando así la repitencia de curso como un escenario posible en la medida que los antecedentes así lo justifican.

Si bien es evidente que este ha sido un año difícil y que las condiciones en que los alumnos han proseguido con el proceso educativo son desiguales, la idea de una promoción automática tiene una serie de defectos que, a la larga, atentan contra el bienestar de los propios estudiantes. En primer lugar, podría constituir un elemento desmotivador para quienes están desplegando sus esfuerzos para continuar aprendiendo y cumpliendo con el currículo priorizado. El mismo presidente del Colegio de Profesores -que se ha negado sistemáticamente a la posibilidad de reabrir las escuelas- reconoció que hay un trabajo de docentes y estudiantes que no se puede desmerecer.

Segundo, la promoción automática de alumnos responde a una visión de la repitencia escolar como un castigo; no obstante, la evaluación del desempeño y la posibilidad de identificar el cumplimiento de objetivos de aprendizaje constituye un elemento relevante para retroalimentar la enseñanza y avanzar hacia el objetivo de allanar las inequidades. Pasar por alto el nivel en que se encuentra cada estudiante atenta contra este fin y amenaza su trayectoria futura. No tiene sentido promover alumnos que no han conseguido los aprendizajes esperados y que acumularán vacíos que limitarán su desempeño posterior. Ello, además, dificultaría la labor del docente y el diseño de estrategias de enseñanza. Actualmente uno de los principales desafíos educativos tiene que ver con la dispersión en los niveles de aprendizaje al interior de la sala de clases, situación que frente a la promoción automática previsiblemente se vería incrementada.

El hecho de que el Congreso legisle sobre una materia que debiera resolverse sobre la base de criterios pedagógicos y contextuales a cada escuela y alumno, da cuenta de un exceso y de un entrometimiento en la autonomía que la Ley General de Educación otorga a los establecimientos educacionales a la hora de llevar adelante sus proyectos educativos.

De esta forma, la decisión del Mineduc parece ser la más apropiada, pues mantiene en las escuelas la atribución para decidir sobre el devenir del estudiante, basándose en la experiencia individual de cada uno y a partir de lo constatado por los docentes durante el período de educación remota. Es coherente, además, con la noción de que no es conveniente introducir nuevas variables que puedan debilitar más el proceso educativo, ya muy resentido producto de la imposibilidad de las clases presenciales. El país debe empeñarse en que éste no sea un año escolar perdido.

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