Independientes



SEÑOR DIRECTOR

La clase política, en su conjunto y en forma transversal, sigue defendiendo el monopolio de los partidos en la participación política. Lo hacen para defender sus privilegios y cuotas de poder, obviando por completo el mandato, anhelo y esperanza de millones de chilenos que volvieron a decir que “no” a los partidos en la reciente elección.

No se trata de eliminar a los partidos, como sugieren algunos. Los partidos son importantes en una democracia, pero no pueden seguir abusando de su posición dominante. Debe abrirse la cancha, o nivelarla, para permitir la participación de independientes en igualdad de condiciones.

Para quienes defendemos el aporte de la Constitución de 1980, no se trata de oportunismo político. Se trata, simplemente, de materializar un mandato constitucional que prohíbe el monopolio de los partidos políticos en la participación ciudadana.

Se dice que la propuesta debilita a los partidos. ¿Será así? ¿Pueden los partidos estar más debilitados de lo que están hoy? Los niveles de adhesión ciudadana y de militancia activa están en el suelo. Por el contrario, veo en esta iniciativa una oportunidad para que los partidos políticos resuciten, reaccionen y vuelvan a sintonizar con las personas.

También se afirma que solo los partidos políticos aseguran la gobernabilidad. Parece un chiste de mal gusto, pues son, precisamente, los partidos quienes han sido parte del problema y no de la solución a la crisis de gobernabilidad que vive el país. “A otro perro con ese hueso”, dice el refrán.

La competencia en política es sana. No le tengamos susto.

Francisco Orrego B.

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