Inmigración

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La nueva ley de migración chilena entrará en vigor a partir del 16 de abril. Presidencia de Chile.


El Presidente Sebastián Piñera presentó, con el fin de ordenar la casa como dijo, algunas medidas administrativas de efecto inmediato y ciertas indicaciones al proyecto de Ley de Migraciones de la expresidenta Michelle Bachelet. Al hacerlo respondió a un anhelo vastamente compartido a nivel nacional. Y lo hizo con el fin de controlar y regular la inmigración, y no para prohibirla.

La Cepal y la OIT estiman que los extranjeros en Chile, como porcentaje de la población, apenas superan el 6 por ciento, menos de la mitad de lo que son en países como España o Alemania. Es por eso probable que el reciente rechazo a la inmigración se originó por el brutal aumento de la presencia de haitianos, física y culturalmente distintos a nosotros y también a aquellos habitantes de Bolivia, Perú, Venezuela y Colombia, que dominaron la inmigración a Chile hasta hace poco.

Las migraciones se producen porque en ciertos países existen condiciones que generan un fenómeno de salida (expulsión) de una parte de la población y/o porque en otros se dan circunstancias que la atraen (Massey, Durand y Malone, 2009). En este proceso son importantes los factores económicos y nuestro fenómeno migratorio actual tiene mucho que ver con eso. En efecto, los salarios son mucho más altos -y por lo tanto atractivos- en Chile (un país con un PIB per cápita de US$25.4 00), que en Bolivia o Haití (con PIB´s por persona de US$7.900 y US$1.900, respectivamente). Pero también se dan casos como la expulsión en Venezuela, que se produce por su caótica situación político económica.

Lo interesante del proceso de migraciones es que una vez que se inicia, incuba instituciones que tienden a prolongarlo. Destacan entre ellas la formación de redes sociales internacionales y la generación de un mercado de prestación de servicios que reducen riesgos y mejoran las perspectivas económicas de los migrantes (Massey, Goldring y Durand, 1994).

¿Es posible detener la inmigración? Si se trata de hacer en forma costo-efectiva, la respuesta es negativa, y para ello basta con observar la reciente experiencia norteamericana o europea. Pero en el caso de Chile tampoco es deseable detenerla. Los inmigrantes son más jóvenes que los chilenos y por ende atrasan nuestro proceso de envejecimiento poblacional, son más educados y así elevan nuestro capital humano promedio (Lafortune y Tessada, 2016), y además nos enriquecen culturalmente.

No obstante, es imprescindible legalizar la situación de los 300.000 extranjeros que se encuentran irregularmente en el país y reglamentar en forma más efectiva el futuro proceso inmigratorio. Paralelamente se debiera facilitar el proceso de integración de los inmigrantes. Una condición necesaria para lo último es que tengan derechos similares a los nuestros y que cumplan también con la totalidad de nuestras obligaciones, incluyendo por cierto las tributarias y previsionales.

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