Inseguridad y pesimismo



SEÑOR DIRECTOR

La pandemia nos sorprendió con una institucionalidad económico-social probada, la misma que nos había llevado a liderar en América Latina según cualquier indicador imaginable. Hemos tenido la fortaleza financiera en el Estado para hacer soportables las cuarentenas y estar emergiendo aún solventes de la crisis. La gestión de la pandemia y, ahora el proceso de vacunación, están mostrando que, puestos en las manos correctas, podemos hacer cosas notables. A solo meses de las acciones terroristas del “18 de octubre” y de los posteriores intentos de desestabilización de la democracia, tras el plebiscito y las primarias, se percibe que la mayoría ciudadana aspira a la moderación, seriedad y sentido de realidad en el manejo del país.

Sin embargo, lejos de estar preparándose para el gran impulso restaurador, nuestra sociedad parece sumida en la inseguridad y el pesimismo. Los menos y violentos tienen acorralados a los más, a los democráticos, a los capaces de llevar el país por vías prometedoras.

En este estado de cosas, y haciendo un gran esfuerzo por entrar en lógica “constituyente”, haría un par de reflexiones a partir de lo vivido en estos años. La primera, para hacer notar que, si hasta los parlamentarios más ortodoxos han estado apoyando políticas nefastas, es porque lo han entendido como requisito para reelegirse. El Presidente de la República, libre de esa presión, es quien ha mantenido la cordura. Me parece mala la idea de redistribuir el poder político para obligar al Presidente a acordar con el Parlamento en época de crisis. Salvo que eliminásemos la reelección parlamentaria.

A partir de esta idea de que las acciones responden a estímulos y cálculos concretos, mi segunda reflexión va en el sentido de incentivar a los futuros constituyentes a concentrarse antes que nada en encontrar la fórmula para restablecer la disposición a hacer uso de la fuerza pública en resguardo del estado de derecho, en quienes tienen esas responsabilidades y atribuciones teóricas. El déficit es hoy evidente, tan evidente como que la democracia puede esfumarse si la violencia política y delictual van a seguir campeando en Chile.

Álvaro Donoso B.

Economista

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