Iván Duque entra en escena

Colombia's President-elect Duque arrives at a hydroelectric plant in Ituango
Colombia's President-elect Ivan Duque (C) arrives at Hidroituango, a hydroelectric plant in Ituango, Colombia June 23, 2018. Picture taken June 23, 2018. REUTERS/Fredy Builes COLOMBIA-POLITICS/


Iván Duque acaba de ratificar en España, en su condición de Presidente electo de Colombia, algo que había mencionado en su campaña. Primero, que retirará a su país de Unasur, a la que considera una caja de resonancia de Caracas; segundo, que buscará junto a otros países crear un espacio de asistencia y refugio en la frontera con Venezuela para involucrar a la región en esa crisis humanitaria; por último, que su gobierno denunciará a Nicolás Maduro ante la Corte Penal Internacional por crímenes contra los ciudadanos de su país y que pedirá a otros gobiernos acompañarlo.

Me tocó asistir a una reunión con el mandatario electo en la que me llevé la impresión de que va muy en serio. Esto significa que la lucha contra la dictadura está por entrar a una nueva fase en el plano internacional. Lo que hasta ahora eran acciones principistas pero ineficaces del Grupo de Lima, y actuaciones del secretario general de la OEA que no bastaban para la suspensión de Venezuela por las complicadas matemáticas regionales, ahora será una ofensiva democrática en toda la regla que puede tener consecuencias serias para Caracas.

Duque dijo, en público y en privado, que no respaldará una intervención militar contra Venezuela, poniendo el parche antes de que salte el chupo de alguna bravata chavista. Pero lo que se busca es dar mayor cobertura internacional a quienes en Venezuela se movilizan a favor de la democracia y enviar un mensaje directo al aparato de poder de que ha llegado la hora de optar entre la lealtad a un sistema que los está convirtiendo en cómplices de crímenes internacionales o la recuperación de la democracia.

Mediante la corrupción, el nombramiento de dos mil generales y la persecución (hay cerca de un centenar de militares presos), Maduro ha evitado que un sector castrense le dé la espalda negándose a seguir sosteniendo la dictadura. Las acciones que piensa emprender Duque podrían debilitar considerablemente el asidero que tiene la cúpula chavista sobre las fuerzas armadas y la Guardia Nacional para sus propósitos torvos.

Además, se trata de romper el cerco que ha establecido Maduro sobre la crisis humanitaria que vive su país y atacar así un doble problema: la riada cotidiana de seres que huyen por la frontera en busca de alguna forma de refugio y que Colombia no sabe cómo absorber por sí sola, y la urgente necesidad de alimentos y medicinas de quienes siguen allí adentro y a quienes la comunidad internacional no puede ayudar porque Caracas lo impide.

Le hacía falta a América Latina ideas frescas y más valor para elevar la presión internacional a otro nivel. Duque parece decidido a ser ese líder.

Preveo dos nubarrones en el horizonte. El primero es la actitud de los demás gobiernos de la región. ¿Se atreverán a secundarlo en estas acciones concretas o preferirán quedarse mirándolo desde el balcón? El segundo es el contraataque que diseñarán Maduro y sus aliados de Cuba, con la invalorable colaboración, directa o indirecta, de Gustavo Petro, el rival de Duque en la segunda vuelta, quien ha anunciado desde ahora una "resistencia" contra el nuevo mandatario colombiano, suponemos que agitando calles, movilizando sindicatos y utilizando aliados en el sistema jurisdiccional.

Maduro tratará, porque así funcionan estos regímenes siempre, que las iniciativas de Duque contra la dictadura se conviertan en un problema interno para Colombia. Oí decir a Duque, por cierto, en la reunión a la que asistí, que es plenamente consciente de ello y no se dejará amedrentar.

Duque entra, pues, en escena y todo indica que con fuerte protagonismo.

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