Jiles o Jadue: se lo buscaron



Por Luis Larraín, presidente del Consejo Asesor de Libertad y Desarrollo

Cuando a contar del 18 de octubre quienes buscaban derrocar al Presidente Piñera destruían las ciudades de Chile, incendiaban el Metro de Santiago, saqueaban supermercados y destruían pequeñas empresas, muchos políticos de izquierda tomaron palco, guardando un vergonzoso silencio. Hay honrosas excepciones. Nunca sabremos si esta complicidad pasiva se debió a cálculo político o a simple cobardía.

Al mismo tiempo, periodistas y rostros “progresistas” de la televisión encubrían a los violentistas, afirmando que enfrentábamos manifestaciones “pacíficas” y condenaban las actuaciones de Carabineros que hacían lo posible por mantener el orden público.

Hoy, a dieciocho meses de esos luctuosos sucesos, comienza a desplegarse con fuerza la carrera presidencial, y resulta que entre los candidatos de oposición emergen con mucha fuerza la diputada Pamela Jiles y el alcalde Daniel Jadue. Cada cual con su estilo, ambos proponen cambios radicales en la sociedad chilena y tienen como rasgo común un desatado populismo. En el caso de Jiles, desde la izquierda ha empezado a notarse una franca hostilidad hacia su persona y se toma distancia de su candidatura, que promete ser inmanejable. Con Jadue hay mayor tolerancia entre los políticos de oposición, aunque sus propuestas pueden ser tan populistas y alarmantes como las de Jiles. Piensen nada más que, a propósito del Covid-19, Jadue dice que empezaría a usar todos los tratamientos alternativos que existen en el mundo, ocupándolos de manera experimental, como lo está haciendo con el fármaco Avifair en Recoleta.

Entonces uno se pregunta: ¿Y qué esperaban? Fue tal el odio de clases que se destiló diariamente en los medios de comunicación a partir del estallido de violencia del 18 de octubre que era difícil esperar otra cosa. Fue tal el populismo, que en el Congreso y en los medios empezó a proponerse todo tipo de medidas que pueden resumirse en: a) no hay que pagar y b) el Estado me tiene que dar. Con eso los chilenos resolverían todos sus problemas. Esto se exacerbó durante la pandemia, escenario propicio para que irresponsables, cobijados bajo las faldas de la señora Juanita y desde sus cómodas posiciones, empezaran a exigir toda clase de dádivas, criticando de paso al gobierno.

Cualquier propuesta meditada se moteja hoy día de continuista. Llegaron a calificar a Piñera de dictador y violador de los derechos humanos; votaron, la gran mayoría de los diputados de oposición, a favor de un juicio político para destituir al Presidente democráticamente elegido.

Al abrir la caja de Pandora del populismo, la izquierda ya no pudo controlar lo que saldría de ella. Y lo que sale de allí es Pamela Jiles, que amenaza con convertir a nuestro país en un circo; o Daniel Jadue, un comunista edulcorado que quiere transformar a Chile en el reino del “terraplanismo”.

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