Jubilarse a los 70

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Chile está viviendo el comienzo de un terremoto demográfico. Se están empezando a jubilar las generaciones más masivas de nuestra historia. Hoy hay 20 chilenos mayores de 65 por cada 100 chilenos entre 15 y 64 años. Para el 2040 serán 33. Tenemos, además, bajas tasas de natalidad y de mortalidad: somos cada vez más viejos.

Quienes salen del mercado laboral, por otro lado, son personas cuya biografía está marcada por crisis económicas y políticas. Llegaron tarde a la bonanza económica de los primeros tres gobiernos de la Concertación. Y hoy, en la vejez, los amenaza la pobreza, pues sus ahorros fueron exiguos e inconstantes. Sus gastos, especialmente en salud, solo suben.

¿Quién se hará cargo de ellos? Sus hijos. El problema es que ellos, a pesar de haber alcanzado un bienestar material mucho mayor al de sus padres, están fuertemente endeudados y sobreexigidos. El retiro de un mayor, entonces, le pega debajo de la línea de flotación a la mayoría de las familias chilenas. ¿Y si los hermanos se organizan? El problema es que, en promedio, no son muchos, y todos llegan raspando a fin de mes. Cada mujer en edad fértil tuvo, en promedio, 5 hijos en los años 60. Ese número se reduce fuertemente en las décadas siguientes.

¿Por cuánto tiempo, además, tendrá que ayudar su familia a sus mayores? La esperanza de vida al nacer en Chile era, en 1940, de unos 40 años para ambos sexos. En 1960 se acercaba a los 60. En 1980, a los 70. Hoy supera los 80 años. Para el 2050 se proyecta en 88 años. Si alguien se retira a los 65 años el 2020, de hecho, es muy probable que viva unos 20 años más. Los 60 son los nuevos 50.

¿Qué hacer? Muchos en la generación que se está retirando recuerdan un tiempo en que el Estado pagaba buenas pensiones, y desearían volver a ese sistema. Lo que no muchos recuerdan es que poca gente vivía hasta los 65 años en 1960 o 70. También que la mayoría de los trabajadores del país, dependientes del Seguro Obrero, recibían pensiones de miseria. Es decir, olvidan que quienes recibían esas "buenas pensiones" eran extremadamente pocos, que pocos vivían para pensionarse y que, en todo caso, en esa época los chilenos en edad productiva eran muchos más que los retirados.

Lo que sí podemos hacer es reformas a las AFP para alinear de mejor manera sus intereses y los del cotizante. Luego, dividir la vejez en dos tramos, tercera y cuarta edad, y acordar que el ahorro personal sea destinado solo a cubrir hasta los 85 años. Esto mejoraría sustantivamente las pensiones durante esa etapa, dejando la siguiente a un seguro general. Pero ¿cómo financiamos ese seguro? Jubilándonos a los 70 años, hombres y mujeres.

A esta modificación se le deben sumar varias otras reformas que aliviarían el peso de la vejez (remedios más baratos, seguro universal de salud, contribuciones cero para la tercera edad, canasta familiar sin IVA), pero todas ellas cuestan plata. ¿Estamos dispuestos a hacer el esfuerzo de sumarle años a la jubilación? En buena medida, que logremos construir una sociedad más justa en los próximos 20 años depende de ello. Cualquier ofertón en pensiones sin respaldo económico, en cambio, nos asegura un futuro marcado por la frustración y la pobreza.

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