La Ciencia, a primera división

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A través de electroencefalogramas los científicos estudian los impulsos eléctricos.


Nuestro país tiene cerca de un investigador por cada 1.000 personas laboralmente activas y una inversión público privada en I+D de 0,4% de su PIB, lo que está muy lejos de los niveles de la OCDE, donde siete de cada 1.000 personas laboralmente activas son investigadores y se promedia un 2,4% de inversión en I+D.

Por lo tanto, en términos porcentuales nuestro país debiera septuplicar estas cifras para parecernos al grupo de países con los que nos comparamos habitualmente.

Esto no es un capricho por empatar números sino la necesidad de insertar a Chile en la sociedad del conocimiento con el propósito de entregar mejores oportunidades laborales, mayor equidad, y emparejar la cancha para nuestros ciudadanos.

Para alcanzar los números expuestos al inicio de esta columna, el país tuvo que hacer un gran esfuerzo para duplicar en los 15 años previos, tanto la inversión en I+D, el financiamiento de grupos asociativos y el número de investigadores, todo ello amparado mayoritariamente en Conicyt, pero esta institucionalidad ha cumplido un ciclo y es el momento de dar un salto hacia una nueva organización que permita enfrentar los desafíos que nos impone la economía del conocimiento y el competitivo mundo que enfrentarán las nuevas generaciones de chilenos.

Así lo entendieron los gobiernos de Michelle Bachelet y Sebastián Piñera, quienes propusieron y apoyaron nuevos modelos para nuestra institucionalidad, además del rol clave de la Comisión Desafíos del Futuro del Senado, que desde su creación hace siete años ha respaldado la idea de tener en Chile un Ministerio de Ciencia.

Gracias al Congreso del Futuro, organizado por el Senado, y al proyecto de ley que crea el Ministerio de Ciencia, que se ha tramitado en 2017, la brecha entre el mundo científico y político, se ha comenzado a cerrar.

La ciencia y la tecnología se están integrando con fuerza al espacio de la toma de decisiones políticas, porque todos han comprendido que es el camino que nos llevará al desarrollo, ya que no se trata solo de un ejercicio intelectual, sino de mejorar la calidad de vida de las personas y generar las condiciones propicias para que las nuevas generaciones de nuestro país puedan competir exitosamente en la arena global que nos impone la revolución del conocimiento.

El proyecto de ley que crea el Ministerio de Ciencia es un texto que ha sido debidamente estudiado, madurado y que ha considerado múltiples opiniones.

Por lo mismo, esperamos que esta vez no perdamos la oportunidad de hacer historia, y que por el bien de Chile, sus investigadores y, por sobre todo, de sus ciudadanos de hoy y de mañana, el Congreso Nacional apruebe esta iniciativa esta semana. Tenemos capital humano talentoso y condiciones geográficas inigualables. Contamos con el equipo; solo nos falta la cancha, para que la ciencia en Chile, al fin, juegue en primera división de la generación del conocimiento para el beneficio de sus ciudadanos.

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