Primero la familia Grondona, después, el siempre astuto Jorge Segovia y, más atrás, a ver si cae algo, el aporreado Sergio Jadue. Es decir, al menos tres querellas sufrirá Amazon por su serie El Presidente que “dramatiza”, por decir algo, el paso de Jadue por la ANFP y la Conmebol. Los tres querellantes se sienten agraviados por la ficción “basada en hechos reales” dirigida por Armando Bo jr., nieto de Armando Bo, primera figura del cine argentino que supo protagonizar la más emblemática, y sentimental, película de fútbol que se haya filmado por estos lares Pelota de Trapo.

Está visto que el arte refleja la realidad, pero la reinterpreta y la convierte en otra cosa. El Presidente tiene tanto valor documental como Corazón Valiente. Vale más por sus personajes que por la discutible fidelidad con la historia. Tampoco puede ser visto como una serie dramática y solemne, es una comedia con todas sus letras, donde los personajes son extremadamente divertidos y caricaturescos y los diálogos desopilantes, con toques de comedia negra italiana de los setenta, sketch de Alberto Olmedo y teleserie venezolana de las de antes. Me reí mucho.

No me extraña que la familia Grondona, todo poderosa e intocable desde hace cuarenta años en Argentina, se sienta agraviada. Están acostumbrados a los besamanos y las hagiografías. La verdad, ni por los palos se refleja el carácter, el poder y la oscuridad de don Julio. En cambio, vemos un gordo pícaro, ventajero, que andaba repartiendo sobres y patadas en el tujes (más encima habla desde el más allá). Un malandrín propio del Jappening con Ja que pudo ser interpretado por Jorge Porcel. No te puede caer mal. Lo de Segovia tampoco es para quejarse tanto, dibujado con malicia por Daniel Muñoz, atenúa mucho al intimidante, más rápido que la luz, personaje de la vida real. Vamos Don Jorge, es casi un honor que un actor de la talla del gran Daniel Muñoz lo satirice.

Tampoco Jadue debería molestarse. Andrés Parra hizo un esfuerzo sobrehumano por interpretarlo, aprendiendo, no sin dificultad, los balbuceos y la forma preverbal que tenemos de hablar en Chile. Si uno se basa en la serie, Jadue era un cabro muy pero muy bueno, mal rodeado eso sí, que quiso ir por el camino recto pero el destino lo despeñó hacia la corrupción.

El día que se haga una serie que refleje en serio la corrupción y los delitos que se han cometido en el fútbol mundial, sobre todo en la inefable Conmebol, basado en los libros de Andrew Jenning o Thomas Kistner por ejemplo, ya no tendrá el tono de comedia, ni los personajes serán pícaros entrañables, ni los diálogos provocarán carcajadas. Digo, el día que alguien sea tan valiente de hacer una serie llamada “Don Julio”, con la verdad arriba de la mesa, seguramente habrá amenazas en serio, muy duras, y no a través de los tribunales precisamente. El Presidente es una cariñosa parodia, una burla liviana y llevadera a quienes burlaron y engañaron, con nada de liviandad, a millones de personas.

PD: Los que de verdad debieran querellarse con la producción son Jorge Sampaoli y Harold Mayne-Nicholls. Al primero le metieron 40 kilos extra y parece llegando de un carrete de tres días. Al segundo le agregaron unos 20 años muy mal llevados.

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