La COP25 y la basura

COP25


Antes de fin de año, nuestro país será el anfitrión de dos importantes reuniones, aquella del Foro de Cooperación Económica del Asia-Pacífico (APEC), que traerá a Chile a los máximos ejecutivos de la mencionada región, y la Conferencia de las Partes (COP25), órgano de decisión supremo de la Convención Marco de Naciones Unidas (CMNUCC). La primera se centrará en el desarrollo sustentable y la segunda en el cambio climático, ambos temas relacionados con el cuidado del medio ambiente.

La atención al hábitat incluye una gran variedad de acciones, entre ellas, aquellas necesarias para la sobrevivencia de la vida, como el control de la emisión de dióxido de carbono (CO2) y el cuidado del agua, hasta otros aparentemente triviales, pero que contribuyen al mejor vivir cotidiano, como lo es la existencia de un medio ambiente libre de basuras y de paredes pintarrajeadas. Debo aclarar que excluyo de las últimas los grafitos artísticos.

Chile tiene un paisaje natural excepcional, pero simultáneamente es un país en que la basura y las paredes rayadas son casi la norma y no la excepción. Basta con tomar el tren al sur, el acceso sur-oriente, el camino a Valparaíso, casi cualquier ruta rural y visitar comunas, para ver focos de mucha suciedad. Valparaíso es un ejemplo paradigmático en ese sentido. En definitiva, la limpieza del medio ambiente es un bien público muy escaso en Chile.

Esta suciedad es el resultado de acciones individuales irresponsables, pero lo es también de la ausencia de una labor de contención y de limpieza eficaz por parte de las autoridades municipales correspondientes. No he visto estudios al respecto, pero lo más probable es que esta ineficacia sea en buena parte la consecuencia de la falta de recursos. En Chile -a pesar de que existe un mecanismo que traspasa parte de los recursos de los municipios de ingresos más elevados a los de menores ingresos- las diferencias de ingresos municipales por persona son todavía considerables.

Las reuniones de la APEC y de la COP25 pueden ser una buena ocasión para que Chile no solo luzca sus programas de reducción de emisión del dióxido de carbono y, en general, su sistema de regulación de inversiones respetuoso del medio ambiente, sino que inicie un proyecto de eliminación de basuras y -dónde corresponda- de repintado de muros. Esta tarea de verdadera higiene -que no solo debiera incluir el camino del aeropuerto a Santiago y que luego se debiera mantener si de verdad deseamos llegar a ser desarrollados- es un bien público y -por los motivos implícitos en el párrafo anterior- debiera ser financiado por el fisco en desmedro de menores gastos en programas de baja rentabilidad social. En las actuales circunstancias tal labor de limpieza tiene además la ventaja de su posible efecto positivo sobre el empleo.

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