Es la corrupción, estúpido

Plaza Italia
FOTO: CRISTOBAL ESCOBAR/AGENCIAUNO


Durante años nos vanagloriamos, y aún lo seguimos haciendo, de que Chile no es un país corrupto. Hemos cometido el gran error de mirar a los países del vecindario con desprecio desde un pódium de superioridad moral y sin detenernos a mirar lo que estábamos construyendo en nuestro país. La corrupción es la causa de nuestros males y solo haciendo verdad seremos capaces de superar la crisis que vive Chile. Necesitamos urgente una comisión de verdad en corrupción.

Chile ha vivido la peor manifestación de la corrupción, cual es la captura de la política por intereses particulares que han logrado distorsionar la democracia, la economía y la convivencia. El favorecimiento de esos intereses evitó que el resultado del crecimiento económico de los últimos 30 años fuera distribuido equitativamente y contribuyó también -lo más grave-, a que las instituciones dejaran de funcionar correctamente.

La corrupción es algo que aparece en las encuestas como preocupación ciudadana, pero nunca llega a los primeros lugares, porque es una actividad que se realiza fuera de las pantallas y lo que se ve es solo la punta del iceberg. La gente no es tonta y por ello la evaluación pública de las principales instituciones del país han venido cayendo sistemáticamente y están por el suelo: partidos políticos, gobierno, fiscalía, tribunales de justicia, Carabineros, Iglesias (católica y evangélicas), empresarios, AFP, ISAPRES, etc.

No es la Democracia ni la Economía de Mercado (ambas con mayúscula) las responsables de las inequidades, desigualdades y la vergonzosa distribución de las oportunidades, sino la forma en que las hemos institucionalizado en Chile a través de relaciones corruptas de los tomadores de decisiones. La élite, pequeña y desvergonzada, naturalizó comportamientos corruptos que rompieron los equilibrios de poder indispensables para que las instituciones funcionen y persigan el bien común y no solo el bien de unos pocos.

Llama la atención que, transcurrido más de un mes del estallido social, la corrupción no haya estado en la discusión pública como la principal causante basal de los males que aquejan a nuestra sociedad. Cada grupo social ha ofrecido solución a la crisis en sus propios códigos. Desde el gobierno, agenda social; desde los partidos políticos, una nueva constitución; desde el empresariado, subir el sueldo mínimo; desde ONGs, un nuevo pacto social. Pero ninguno ha sido claro ni ha puesto el foco en la necesidad de hacer verdad sobre el efecto que tuvo y sigue teniendo la corrupción en el deterioro institucional y la afectación de los y las chilenas más débiles.

Para que la historia no se vuelva a repetir, es indispensable buscar la verdad de lo ocurrido en Chile en materia de corrupción. Solo la verdad nos permitirá que la historia no se vuelva a repetir y eso se logra con una comisión de verdad en corrupción.

Adaptando una frase ya famosa, para salir de esta crisis, no es la política, no es la economía; ¡es la corrupción, estúpido!

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