La derecha "ultra"

Camila flores
AgenciaUno


Bastante se ha escrito en los últimos años sobre la crisis que enfrentan, a nivel mundial, los partidos y movimientos de centro izquierda. Menos evidente, pero igual de importante, es la crisis que están enfrentando, también a nivel planetario, los partidos políticos de centroderecha o de derecha democrática. En efecto, pareciera ser que la combinación de liberalismo económico (incluyendo libre comercio), aceptación del valor de la democracia y los derechos humanos (aunque no siempre sean muy entusiastas en ello) y la disposición al diálogo no está satisfaciendo a un sector del electorado que antes votaba por la derecha tradicional.

Varios partidos conservadores se han visto sobrepasados, desde la derecha, por grupos ultra. Piénsese en lo que ha pasado en Francia con el viejo gaullismo, eclipsado por las Fuerzas de madame Le Pen, o en Italia, donde la apuesta derechista de Berlusconi (Forza Italia) es superada por los neofascistas de la Liga. El propio Partido Popular español acaba de ser golpeado, en Andalucía, por la sorpresiva votación de los recalcitrantes franquistas de VOX.

Los conservadores ingleses, con Cameron a la cabeza, creyeron poder defenderse del desafío electoral del partido antieuropeo UKIP, y así salvar su futuro, convocando a un referéndum sobre el Brexit. En el corto plazo, la maniobra de los conservadores logró madrugar al UKIP pero al costo de sumergir al país en un embrollo impresionante, dejándolos, además, más divididos que nunca.

En el caso de los Estados Unidos es el propio partido de derecha tradicional el que muta. El desplazamiento republicano en los últimos 30 años hacía posiciones de derecha extrema ha sido impresionante. Y si en sus primeros sesenta años de existencia los republicanos fueron una fuerza democratizadora (con Lincoln y Theodore Roosevelt) y en los siguientes ochenta fueron, en general un partido moderado y tolerante (con excepciones con McCarthy y Goldwater), los últimos años lo encuentran en posiciones de autoritarismo, sectarismo y populismo desatado.

No puede ser causa de extrañeza que estas divisiones globales entre derechas liberales y derechas iliberales (o francamente antidemocráticas) se proyecten hacía nuestra derecha criolla. Dado que la UDI y RN no han podido, o no han querido, cortar tajantemente su compromiso histórico con la dictadura de Pinochet, la propagación del virus autoritario y populista está encontrando terreno fértil. Lo ocurrido con la diputada Camila Flores en el Consejo General de RN es revelador. Puede ser anecdótico, por supuesto, que uno de los 36 diputados de una colectividad que se presenta como de centroderecha y que quiere entrar a la Internacional democratacristiana se declare en su discurso como "pinochetista"; lo que no puede ser tomado a la liviana es que esa confesión pública sea recibida con una ovación por los consejeros de su partido.

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