La derrota del Rechazo



Antes de contar los votos, la opción del Rechazo en el próximo plebiscito constitucional ya tiene perdida la batalla política y cultural. Esta semana, Pablo Longueira agregó que además sería un gran error táctico. Y la razón es simple: hasta hoy nada, ni siquiera los dolorosos efectos de la pandemia, ha podido alterar el hecho que desde hace años una mayoría consistente cree -o siente- que el país necesita una nueva Constitución. En el último tiempo, a dicha mayoría se han agregado segmentos y liderazgos de la propia derecha.

Lo que ha convertido al Rechazo en una opción sin vida no es que todos los estudios de opinión coincidan en su probable derrota en el plebiscito. En rigor, nunca puede descartarse un desenlace sorpresivo, más aun en un contexto como el actual. Pero el karma del Rechazo lo desnudó hace unos días Sebastián Piñera, cuando dijo esperar que el actual proceso pudiera al fin dar por superadas las diferencias históricas respecto a la legitimidad de nuestra Carta Fundamental. Porque ese es el problema de fondo y es aquello sobre lo cual la opción del Rechazo no posee una alternativa de solución. Salvo, continuar haciéndole reformas al texto constitucional, es decir, insistir en eso que hasta hoy solo ha fortalecido la convicción mayoritaria de que el país requiere exactamente lo contrario.

Esta semana, Pablo Longueira agregó otra perspectiva: votar rechazo es apostar a una derrota testimonial, soñar con que incluso el improbable triunfo de esa opción podría resolver las diferencias históricas sobre la legitimidad de nuestro marco institucional. Para el ex coronel de la UDI, lo único que tiene sentido a estas alturas es ir directamente al escenario donde esas diferencias serán abordadas en la forma de contenidos normativos, o sea, a la instancia donde los representantes de la ciudadanía darán origen a una nueva Constitución. Quedarse en el Rechazo hoy día solo debilita a los que igual aspiran a ser interlocutores legítimos si, como todo indica, termina imponiéndose el Apruebo. Llegar a la elección de integrantes de la Convención Constitucional con una derrota electoral a cuestas solo haría las cosas más difíciles.

Más todavía, cuando la opción Apruebo tiene ya el respaldo de un vasto segmento del electorado de derecha, de su principal candidato presidencial, de buena parte del gabinete, de alcaldes y parlamentarios emblemáticos del sector. En los hechos, todos ellos forman parte de un Chile que finalmente entendió y aceptó que el problema de la legitimidad de la Constitución no podía seguir arrastrándose indefinidamente, porque no solo daña la convivencia, sino que también debilita las instituciones y hace más difícil generar políticas públicas de calidad, de largo plazo y de amplio consenso.

En último término, el problema del Rechazo no es que vaya a perder. Es que, aun si ganara, la fractura constitucional que Chile arrastra desde hace décadas seguiría siendo una asignatura pendiente.

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