Es la economía, estúpido

Pinera


Para el Presidente Sebastián Piñera la luna de miel pareciera haber terminado. El cambio de gabinete de ayer puede ser una de las acciones destinadas a revertir la baja en la tasa de aprobación del gobierno. Si bien el cambio no afectó directamente al equipo económico, muchos analistas atribuyen la responsabilidad en la mencionada baja precisamente a la economía. Para algunos la última no se estaría comportando de acuerdo a las expectativas y para otros, el gobierno no estaría realizando las reformas económicas requeridas y anticipadas.

Impulsados en parte por el ciclo económico y en otra por el cambio de expectativas asociadas al nuevo régimen, los actuales indicadores económicos son positivos: el IMACEC se incrementó en más de un cinco por ciento en el último trimestre, la inversión extranjera se triplicó en el último semestre, la formación bruta de capital total está creciendo a una tasa superior al 10 por ciento y las exportaciones lo están haciendo a una tasa mayor al 20 por ciento.

¿Qué puede haber producido entonces el cambio de esperanzas que explica la caída en la aprobación presidencial? Es posible identificar al menos tres orígenes. El primero se genera porque los tiempos mejores aún no se difunden mayormente. En economía hay rezagos, por lo que esta causa se debiera revertir próximamente. Mientras tanto, el problema es de manejo de expectativas.

Otro origen del cambio de esperanzas se ocasiona en la guerra comercial y los efectos que ella pueda tener sobre la economía chilena. El tema es preocupante, pero no se le puede atribuir al gobierno.

En tercer y último lugar, el cambio de esperanzas que estamos analizando puede estar relacionado con la falta de una estrategia de crecimiento económico creíble y explícita. Los agentes sospechan que bajo las actuales condiciones institucionales internas y de ambiente externo, la actual bonanza económica no puede persistir. No esperan una rebaja tributaria, ni visualizan la posibilidad de una flexibilización laboral. Y los cambios regulatorios anunciados y destinados a aumentar la productividad, deseables, no permiten anticipar un pronto y significativo efecto crecimiento.

Lo que el gobierno sí puede hacer -y lo debiera realizar con urgencia- es abrir nuevas oportunidades de inversión. En buena medida así crecimos en las últimas décadas y así lo podremos hacer a futuro. Como ejemplos están las enormes oportunidades de inversión que -junto con los cambios legislativos correspondientes- se abrieron en energía eléctrica, en las telecomunicaciones, en la educación y en las concesiones, entre otros rubros.

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