La épica de los 100 días

Para el 26 de abril está fijado el referéndum constitucional.


Por Gloria de la Fuente, presidenta Fundación Chile 21

Tantos meses agitados nos han hecho olvidar a ratos el desafío electoral que tenemos en ciernes. En menos de 100 días estaremos frente al único plebiscito nacional realizado en democracia y probablemente el más relevante desde el que definiera la transición en 1988. En efecto, se trata de un hito histórico y también, con mucha seguridad, el punta pie inicial de un proceso que debiera terminar con una nueva Constitución para Chile. Es cierto, nadie esperaba que después del estallido social y el acuerdo de noviembre para encauzar institucionalmente la crisis social y política que teníamos, sobrevendría una pandemia, pero es claro y evidente, especialmente por el tenor de los debates que hemos visto en los últimos días, justamente como consecuencia de la crisis sanitaria, que hay una ciudadanía activa y vigilante que requiere que el mundo político le responda a la altura, por lo pronto, cumpliendo sus compromisos.

Muchos son los desafíos para todo el espectro político para llegar a este hito fundante, aún para quienes están por el rechazo, porque su realización es el único camino posible para encauzar de forma institucional y pacífica los evidentes conflictos que han quedado expuestos en la sociedad chilena. Lo de los últimos días evidentemente agrega urgencia a aquello, porque ya sea por la vía de modificaciones pequeñas o por la de reformas estructurales, el verdadero debate que ha estado sobre la mesa es cuánto Estado se requiere para dar respuesta a sectores de la sociedad acostumbrados a la lógica de resolver individualmente dilemas que son colectivos.

En tal sentido, es importante entender que el plebiscito es una tremenda oportunidad para darle protagonismo a los ciudadanos en la definición de sus destinos y, al tiempo, lograr generar una buena y deseable comunión con la política. Se trata, dicho de otro modo, de poder devolver la confianza en las instituciones a aquellos “demócratas escépticos” que tan bien describía PNUD en su “Auditoría a la democracia”. Aquellos que desconfían de las instituciones y quienes las lideran, pero siguen pensando que los mecanismos de la democracia son valiosos.

La cuenta regresiva comenzó y es preciso que el mundo político en general - gobierno, parlamento e instituciones afines- así como la sociedad civil en su conjunto se preocupe de pensar como se generarán las condiciones adecuadas para llevar adelante un plebiscito de manera segura, que garantice altos grados de participación, tal como han hecho muchos países del mundo que han llevado adelante procesos electorales en medio de la crisis sanitaria que ha significado la pandemia.

También es relevante empezar a dar los debates de fondo. Lejos de algunos de aquellos que siempre han estado por el rechazo y que hoy buscan excusas en la pandemia para postergar o terminar con el plebiscito, es preciso entender que es en la cancha de la democracia y no en la clausura de ella, donde los países son capaces de dar sus debates sustantivos. Quieren señalar que una nueva constitución no es el camino y que prefieren la senda de las reformas. Perfecto, argumenten de cara a la ciudadanía y sin temor. Quienes están por el apruebo quieren empujar un proceso constituyente con convencionales elegidos 100% por la ciudadanía. Está muy bien, pero es preciso también darse a la tarea de explicar con claridad para qué y administrar adecuadamente las expectativas.

Quedan 100 días que serán los más definitivos para las próximas décadas. No perdamos la oportunidad como país de estar a la altura, como ha sido en el pasado, de enfrentar un desafío de esta envergadura.

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