La grieta en la represa

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La Democracia Cristiana (DC) ha marcado la historia política de los últimos 50 años, desde la marcha de la patria joven, el gobierno de Frei Montalva con la reforma agraria, su oposición a Allende, luego a Pinochet, la conducción de la Concertación y el gobierno de Patricio Aylwin, conforman una historia ascendente de hegemonía. Por décadas tuvo la adhesión mayoritaria de la clase media moderada, más bien conservadora, que buscó un camino intermedio entre el capitalismo y el socialismo, al que sus dirigentes intentaron responder, primero con un ensayo de comunitarismo que se perdió en la noche de los tiempos y luego, adhiriendo a la economía social de mercado, intentando una especie de libre mercado con "rostro humano", como gustaban decir sus dirigentes.

Pero esta semana la renuncia de Soledad Alvear ha hecho evidente lo que ya se percibía: un partido que se disuelve, al modo que se diluye un compuesto químico en un medio acuoso. Simplemente desaparece, porque sus moléculas se desagregan y se rompe el vínculo que las unía, sin dejar casi rastro de lo que fue. ¿Qué le pasó a la DC? Es difícil ensayar una respuesta en pocas líneas, pero básicamente creo que el ethos conservador de su núcleo fue incapaz de seguir unido a la creciente periferia de dirigentes de izquierda que se constituyeron a su alrededor. A diferencia de la Concertación, la DC nunca ha tenido dos almas, el problema es que el alma ya no se corresponde con el cuerpo.

La renuncia de la exministra y exprecandidata presidencial es la grieta en la represa, puede ser una sola persona, pero anticipa que el dique ya no contiene las fuerzas que buscan liberarse. Honesta, sencilla, con una preocupación tan sincera por nuestro país que, en mi caso, supera hasta hacer desaparecer cualquier diferencia ideológica, defendió su convicción por la vida sin medir costos. Por cierto, hay otros militantes de la DC que no se han ido, por los que siento un respeto semejante, pero la pregunta es ¿por qué las renuncias han llegado al núcleo en que están personas tan valiosas como Soledad Alvear?

Porque en ese núcleo ya no se distingue un proyecto común que los convoque, porque la historia no se corresponde con la dirección en la que avanzan, porque sus aliados están enfrascados en una disputa por el liderazgo de la izquierda, arrastrando a la DC a una dinámica sin sentido. La esperanza de los que aún permanecen, al menos desde fuera, se percibe vana, una suerte de testimonio, algo así como "morir con las botas puestas". Pero ¿tienen realmente las botas puestas? Pienso que no.

Un gran amigo, que es tan DC como tangómano, me decía que él no se va. Lo comprendo, es una vida ahí, pero esos viejos democratacristianos sólo parecen decir: "sueño con el pasado que añoro/ el tiempo viejo que lloro/ y que nunca volverá…

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