La ignorada densidad ideológica de la centroderecha

RN


Es prejuicio extendido en sectores de izquierda o falangistas, y no sólo de a pie, sino en círculos académicos, que la centroderecha es algo así como una reunión de rudas cabezas, hábiles en obtener dinero y captar poder; un grupo de clase y mentes economicistas que sólo velan por mantener a la plebe tras los invisibles muros de la segregación.

Por cierto, algo hay de eso. A esta imagen contribuye la insensibilidad por los asuntos públicos, que llega a estar masificada. También la simplicidad mental de algunos en la derecha más extrema que o bien abogan por fórmulas toscas como las de un capitalismo de conquista, o bien defienden que el "ideario" de la centroderecha se reduce o debiera reducirse a la defensa del libre mercado.

Sin embargo, tanto las críticas desde la izquierda y la centroizquierda cuanto las afirmaciones desde la derecha economicista o de testaruda niegan un hecho fundamental, a saber: la historia política e intelectual de la centroderecha.

La negación puede estar influida, además, por la importancia que adquirió el pensamiento económico de la derecha desde el giro liberal de la dictadura. Probablemente no sea un factor menor la relevancia que han alcanzado en las últimas décadas enclaves del pensamiento económico liberal y el esfuerzo de grupos de empresarios liberales o simplemente interesados en la defensa de sus intereses por financiar todo tipo de "think tanks".

Sólo si se ignora la historia larga del país puede llegarse a decir que la centroderecha actual nace con la dictadura. Ni RN ni el PRI ni los grupos liberales más al centro son estrictamente nuevos, sino de orígenes mucho más antiguos que Evópoli o la UDI.

Del PRI hay que ir a la DC, de ahí a la Falange, a los conservadores, a los ultramontanos y quizás hasta a los pelucones más píos y caritativos. Los liberales centristas se remontan al Partido Nacional, al Liberal y de ahí al pipiolaje.

El caso de RN es más complejo, pues en ese partido se juntan, en verdad, todas las tradiciones de la centroderecha chilena. Hay liberales laicos, que entroncan parecido a los liberales de centro. Se integran también allí liberales cristianos, que hunden sus raíces en el liberalismo menos reactivo al clericalismo y más pendiente del cuidado de las antiguas costumbres.

Constan, además, socialcristianos que poseen igualmente su historia extensa: en la labor del Partido Conservador con las organizaciones de trabajadores, antes, durante y después de Rerum Novarum y que se expresa en la obra de Enrique Concha, en las primeras leyes sociales, en la fundación, por Emilio Cambié y Pablo Marín de la primera gran federación obrera, la Foch, en los esfuerzos de la Asociación Nacional de Estudiantes Católicos que luego se convertirá en Falange Nacional. Probablemente fue la matriz común de los socialcristianos en la DC y en la centroderecha uno de los factores que facilitó la acción conjunta de ambos grupos en la Code, alianza que se enfrentó a los excesos de la Unidad Popular.

En fin, se cuenta en RN una vertiente nacional-popular, con antecedentes en el Partido Agrario Laborista y en varias corrientes que luego se integran al Partido Nacional. Antes que eso se halla la llamada "Generación del Centenario", la de Encina, Edwards, Galdames, Subercaseaux, Salas, Pinochet, de profunda influencia en la discusión pública de la primera mitad del siglo XX. En esta corriente de pensamiento se encuentran algunas de las cabezas más egregias del país, entre ellas, y junto a las de los del centenario, la de Juan Gómez Millas y Mario Góngora.

Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con esta pléyade de agrupaciones y mentes. Marginarlas del pensamiento y la praxis política de la centroderecha, en cambio, importa no sólo omisión, sino, además, privar a ese sector político y al país de partes importantes de su acervo reflexivo más lúcido.

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