La libertad



SEÑOR DIRECTOR

La libertad no se aprecia en toda su magnitud, hasta que se pierde. Y aún más cuando sucede de a poco. Nos enteramos de que Chile retrocedió 15 lugares en el último ranking de libertad económica elaborado por Fraser Institute (junto a Libertad y Desarrollo), ubicándose en el lugar 29 de 165 países. Los indicadores se elaboraron con información de 2019 y todo apunta a que vamos con tendencia a la baja. En particular, de los cinco atributos evaluados, los dos peores -gasto fiscal y regulación laboral- han seguido empeorando, mientras que la mayor inflación y la postergación de la aprobación del TPP11 amenazan con mayores retrocesos en otros dos atributos.

Algunos pensarán que esto es irrelevante porque seguimos liderando en América Latina (“el tuerto es rey en el país de los ciegos”). Sin embargo, hay abundante evidencia de que existe una alta correlación entre la libertad económica e índices de bienestar, como la superación de la pobreza, el alza en el ingreso per cápita e incluso una mayor esperanza de vida. ¡No hay progreso sin libertad!

Por el contrario, cuando el Estado ahoga la actividad privada con excesiva regulación y burocracia; cuando el Fisco gasta demasiado, hasta despertar las presiones inflacionarias; cuando abundan las iniciativas parlamentarias que rigidizan el mercado laboral; cuando escuchamos discusiones constitucionales que ponen en entredicho la propiedad privada y la certeza jurídica; la aspiración de alcanzar un mayor nivel de desarrollo social y económico tienden a disiparse.

Harry E. Fosdick dijo alguna vez: “La libertad es siempre peligrosa, pero es lo más seguro que tenemos”. La historia ha demostrado que estaba en lo correcto y es deber de todos cuidarla.

Susana Jiménez

Economista

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