La manía del exitismo en el gobierno



Por Paula Walker, profesora de la Escuela de Periodismo Usach

¿Por qué razón son importantes las y los presidentes o líderes? Porque les hemos transferido la capacidad de tomar decisiones a nombre de todas y todos. Y cuando alguien nos dirige debe pensar en el bien común por sobre cualquier otra cosa, incluso más allá de creencias religiosas o políticas. La pandemia ha transparentado las acciones y sus consecuencias de los líderes mundiales, y hemos visto de qué manera algunos sufren el impacto negativo y fatal de sus decisiones, basta mirar a EE.UU. o más positivo -dentro de la inestabilidad de la pandemia- como Alemania o Nueva Zelanda.

La estrategia del gobierno para enfrentar la pandemia ha sido desde un inicio mostrar control,  con mensajes del tipo somos los que más muestras tomamos en América Latina, acuñando frases peligrosas como la “nueva normalidad”, o “retorno seguro”. ¿Cuál es el objetivo de hacer esas declaraciones teniendo el ejemplo de la enorme dificultad que han tenido grandes potencias para enfrentar la pandemia? La manía del exitismo del gobierno, de mostrarse mejores que otros, jugar a las individualidades (el mejor ejemplo es usar mascarillas con los nombres de los ministros en vez de la austeridad de no gastar plata imprimiendo nombres; y si la van a gastar, mejor poner frases para el bien común: “quédate en casa”…), les está pasando la cuenta.

Ese exitismo delirante afectó la confianza de las personan en sus autoridades, pues sus mensajes simplemente no son creíbles. Cuando el 30 de abril se iniciaba el show de la apertura del Apumanque, los datos ya mostraban el alza pronunciada de contagios. Esta semana en un solo día aumentó en un 60% los contagios y toda la Región Metropolitana entrará en cuarentena el viernes. En vez de mostrar la fragilidad de la situación y trabajar colaborativamente, dicen tener “todo bajo control”: se pelean con el Colegio Médico, con los alcaldes, con expertos médicos; en vez de sumar a especialistas y transparentar las cifras desde el principio para conocer proyecciones (como el esfuerzo de la Mesa de Datos Covid-19 que entrega las curvas por comuna), dificultan el acceso a los datos y su entrega sigue siendo una pesadilla; la porfía por tomar el Simce en un escenario incierto y tan complejo para las familias de los estudiantes y de los profesores, no tiene explicación.

La desconfianza se agrava cuando investigaciones periodísticas denuncian casos de personas fallecidas donde los certificados médicos hablan de Covid-19, pero luego el Registro Civil no incluye ese dato en el certificado oficial del fallecimiento; ¿por qué las autoridades no salen a desmentir y transparentan cuál es el criterio que se está utilizando? Para ganar la confianza, la verdad es esencial, por dura que sea. ¿Confiamos en nuestros líderes? ¿Pueden ellos hacer acciones que nos permitan confiar? Claro que pueden, más aún cuando en la experiencia diaria de las personas las cosas no están siendo como dice el gobierno, y esa constatación dañará seriamente la credibilidad en las autoridades y el manejo de la crisis se volverá muy difícil.

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