La meseta



Por Carlos Correa, ingeniero civil industrial, MBA

Una de las preguntas a las que le haría bien un análisis más profundo en medio de esta pandemia es por qué el gobierno de Piñera ha mantenido su popularidad. Tras el desolador 6% que arrojó en algún momento la encuesta CEP, desde que partió el estado de catástrofe, el gobierno ha subido en aprobación ciudadana, y pese a los descalabros en el manejo sanitario, ha logrado mantener, al menos en ese ámbito, la meseta prometida en su momento por las autoridades de Salud. Esto contrasta con el descalabro de los partidos, el Congreso, las coaliciones de oposición y, en especial, el Frente Amplio, que representaba en su momento la renovación de la política y tenía suficientes cajones de manzanas para subirse a apuntar con el dedo a los demás.

¿Por qué, pese a que la estrategia sanitaria se ha derrumbado como un castillo de naipes, como reconoció Mañalich, el gobierno sigue arriba? Un primer factor es lo que en ciencia política se conoce como el efecto “rally around the flag”. En situaciones de agresión externa, o crisis provocada por un factor exógeno, como una pandemia, las personas tienden a apoyar a sus gobernantes. Necesitan más del Estado y, sobre todo, confiar en que éste será capaz de aunar todos los esfuerzos para salir adelante. Eso explicó el inusitado apoyo que tuvo George W. Bush después del atentado a las Torres Gemelas. Incluso Trump, pese a todo lo que ha ocurrido en Estados Unidos y el apoyo que ha perdido incluso en figuras republicanas, mantiene una intención de voto que lo hace competitivo en todos los estados bisagras.

En el caso chileno hay más allá del fenómeno de apoyo en crisis. El Presidente ha recuperado su apoyo en las personas que se declaran de derecha. En ese mundo, durante el estallido del 18 de octubre, llovían las críticas desde la derecha, pues sentían que había mano blanda y no lograba contener a la calle. Ese mundo pedía tanquetas y no diálogo. También le cobraron al Presidente su disposición para el acuerdo constitucional de noviembre. Llovían, entonces, los tuits, los programas de radio que lo acusaban de cobardía, incluso en personas que ahora forman parte de su gabinete. La nueva realidad que trajo el Covid-19, que implicó estado de emergencia y, sobre todo, orden público, cambió el lenguaje en ese mundo. Llueven los aplausos al estilo poco dialogante de Mañalich, la presencia de militares en las calles y el orden. Muchos de esos personeros de la llamada “derecha dura”, que lanzaban epítetos contra el Presidente y el ministro Blumel, dedican su energía a denostar ahora a la presidenta del Colegio Médico, colaborando en convertirla en figura nacional.

El gobierno tuvo un paso en falso con la estrategia de “nueva normalidad” que no implicó un deterioro en su apoyo popular. Sí afectó al candidato más popular de la derecha, que vio bajar su aprobación tras el fallido intento de apertura del Apumanque. Tampoco ha pegado en el apoyo popular la demora en la distribución de la ayuda alimentaria prometida por el Presidente, ni el repunte violento de la cesantía. En contraste, el Congreso, pese a legislar sobre todas las carencias, bajarse las remuneraciones y prohibirse las reelecciones, sigue con bajo apoyo. Tampoco ha surgido desde el Parlamento una figura contradictora con alto apoyo, como lo es la presidenta del Colegio Médico. Los temores y fantasmas de la pandemia también están cambiando de manera estructural cómo las personas ven los asuntos públicos.

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