La otra Araucanía

alfredo moreno grande 2


Esta vez pasar por el sur de Chile coincidió con el ambiente creado tras el crimen de Camilo Catrillanca. Para mi perplejidad, muchos rumores densos envolvieron las conversaciones en las que había agricultores, empresarios y comerciantes. La cruda evidencia que hemos visto en los videos aparecidos tras el delito, en que las escenas muestran balazos a sangre fría, se superponía a supuestas informaciones intercambiadas entre ellos que ponían en duda el relato y hablaban de miedo, de la sensación de desprotección en que se hallaban sumidos, de que existían comunidades asistidas por elementos de las FARC, que había impunidad para ser atacados en sus propiedades y que en cualquier momento se podría producir otro atentado tan grave como el del matrimonio Luchsinger.

Al escuchar los comentarios aparece la desazón y el rechazo, porque nunca como ahora se han encontrado mejores planes de inclusión y diálogo con tantas trabas y fracasos. ¿Cómo y en base a qué dudar de ellos?

Por otro lado, es cierto que se ha descarnado fuertemente la rivalidad y desconfianza recíproca entre comunidades indígenas que reclaman la reivindicación de tierras que ancestralmente les habrían pertenecido, con agricultores que exhiben títulos legítimos inscritos. El resultado son tomas de campos, violencia y agresión, que van a dar al oscuro laberinto de la odiosidad y el miedo, donde el diálogo se vuelve infructuoso y supera toda buena voluntad.

Las personas que conversaban esa tarde dicen que los ofenden al tratarlos de extremistas por pedir protección armada para los campos y caminos. En la intimidad de esa mesa alguien leyó una alegoría anónima de un supuesto exmilitar que recordaba los tiempos de la Pacificación. Lo que se percibía en los gestos era la emocionalidad del temor, de alguien que se imagina un enemigo al acecho y que impregna el ambiente contagiándose unos a otros. Y empiezan a decir que se sienten abandonados por las autoridades, que los cambios en los altos mandos de la policía los han dejado más solos y expuestos. Dicen también que los "del Norte" -los santiaguinos- no tenemos información completa ni fidedigna, que todo nos llega filtrado y que ellos no son escuchados.

Estas opiniones resultan peligrosas y preocupantes.

Este es parte del contexto en que el ministro Alfredo Moreno se desenvuelve en su plan de acercamiento y diálogo, convencido, como corresponde, que es la única solución posible al conflicto y que permitirá desactivar a los sectores más radicales de cada sector y a aquellos que no ven fruto posible en la política de los acuerdos. Ver que hay personas que no encuentran en este importante trabajo un futuro es motivo de alarma. Es como si existiera otra Araucanía que puede irse de las manos y que también hay que convencer y trabajar. Es una porción donde impera el miedo y quizás también una parte de odiosidad. En ambos sectores hay sensación de despojo e ilegitimidad. El único camino posible es el del diálogo y el del respeto al estado de derecho.

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