La otra violencia

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SEÑOR DIRECTOR

Desde hace más de un mes nuestro país ha vivido hechos de una violencia inusitada, que comenzaron con actos de connotación terrorista, seguidos de saqueos, incendios y agresiones a personas y a la fuerza pública. Pero hay también un tipo de violencia que ha pasado más desapercibida.

Obstaculizar el tránsito y coaccionar a choferes a que bajen de sus vehículos a bailar, es una forma de violencia que atenta en contra de la dignidad humana, que vulnera gravemente el derecho a la honra, la libertad de circulación y la integridad psíquica, y amenaza la integridad física y el derecho de propiedad.

Por otra parte, se ha ido haciendo habitual la ocupación de espacios públicos para realizar manifestaciones, al punto que pareciera haberse asumido que, en la medida que sean pacíficas, son lícitas. Sin embargo, en todo país civilizado la libertad de reunión supone el respeto del derecho que todos tienen de usar dichos espacios, y de desarrollar las actividades para las que están destinados. Por eso se exigen permisos especiales para realizar eventos masivos en esos lugares, los que se conceden ponderando diversos factores, como el grado de afectación de los derechos de los demás y la mantención del orden público. Realizarlos sin autorización no solo supone un acto ilegítimo, sino que además es una vulneración de la libertad de circulación y del derecho a usar aquellos espacios por parte de quienes no participan de tales eventos. Se trata de otra forma de violencia, con una apariencia inocente y hasta cool, pero tras la cual se esconde un desdén por los derechos y libertades de los demás, y, en último término, un desprecio por las reglas que regulan la sana convivencia.

José Ignacio Martínez Estay

Profesor de Derecho Constitucional

U. de los Andes

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