La pandemia de Jadue y Lavín

Los alcaldes Lavin y Jadue, tras un desayuno ofrecido por Michelle Bachelet en La Moneda en 2017. FOTO: SEBASTIAN BELTRAN GAETE/AGENCIAUNO

La crisis no ha sido indiferente para ambos (...) Las pandemias son momentos únicos en las sociedades, donde aflora lo mejor -y lo peor- de las personas.



Ambos son alcaldes, precandidatos presidenciales y están en los extremos de la política nacional: uno a la izquierda, Daniel Jadue; otro a la derecha, Joaquín Lavín. Según diversas encuestas, ambos son alternativas para encabezar las opciones presidenciales de sus respectivos sectores el 2021 y, desde la administración de los gobiernos locales, se han posicionado con soluciones “prácticas” a problemas complejos. Populistas, dirán algunos; populares, exclamarán otros.

Pero la pandemia no ha sido indiferente para ambos. Joaquín Lavín, que sufrió una caída después del estallido de violencia en octubre, ha logrado resurgir en medio de la crisis. Su posicionamiento oportunista frente al plebiscito y su distanciamiento con La Moneda, junto con la dificultad de usar el modelo de gestión local para resolver las demandas sociales nacionales, terminaron dañando su valoración presidencial.

Pero llegó marzo y copando todos los espacios posibles en los medios de comunicación, resolviendo con ideas creativas e innovadoras los desafíos de la cuarentena y el distanciamiento social, ha logrado posicionarse como un actor efectivo, colaborador y necesario en el contexto de la peor crisis sanitaria que haya visto el país en su historia reciente. Los números son categóricos: si la elección fuera este domingo, Joaquín Lavín sería el próximo Presidente de Chile, un anhelo al que aspira hace más de dos décadas y que está más cerca que nunca de alcanzar.

Daniel Jadue, por su parte, ha sido un actor ausente en las últimas semanas. Durante el estallido social, no trepidó en sumarse desde un inicio al sector más radical que pedía la renuncia del Presidente; increpó en las calles a las Fuerzas Armadas y fue muy duro con el actuar de Carabineros. Se sumó, repetidamente, a las protestas en Plaza Italia, legitimando activamente el actuar de la primera línea vandálica que hacía sus performances diarias en esa zona. Ello le valió un mayor reconocimiento de sectores más radicales de la sociedad, con un segundo lugar en valoración en las encuestas. Sin embargo, ante la ausencia de liderazgos en la izquierda, la figura de Jadue emergía como una alternativa residual que podría conducir a la izquierda.

Pero el marzo de Jadue partió con el pie izquierdo (era que no), al hacer un llamado explícito a la rebelión ciudadana en contra de la policía, lo que le valió criticas de todo el espectro político. Luego, al comenzar la crisis del Coronavirus, trató de hacer noticia con la importación de remedios cubanos que supuestamente salvarían a la población, lo que nuevamente fue desechado no solo por el Gobierno, sino además por el Colegio Médico. Como un disco rayado, ha venido pidiendo la cuarentena para su comuna desde marzo, pero con sus atribuciones ha sido incapaz de controlar el funcionamiento de la Vega Central y el primer mall que reabrió sus puertas fue precisamente uno en Recoleta. El rey indiscutido de la fórmula popular aplicada a farmacias, ópticas, librerías e inmobiliarias, fue incapaz de encontrar la receta popular para combatir el virus y ha condenado a su comuna al colapso total.

Las pandemias son momentos únicos en las sociedades, donde aflora lo mejor -y lo peor- de las personas. Un recorrido rápido por la cuenta de Twitter de Joaquín Lavín nos muestra a un edil preocupado de las soluciones concretas de los problemas de su comuna; respondiendo inquietudes y haciendo llamados a la responsabilidad y obediencia ciudadana. Un desplazamiento similar por las redes de Daniel Jadue, nos muestra una lista interminable de mensajes llenos de críticas, odiosidad y nulo aporte a la resolución de la pandemia. La actitud de Lavín, a mi juicio, no asegura que sea el mejor preparado para ser Presidente de Chile; pero la de Jadue, sin lugar a dudas, lo excluye racionalmente de cualquier preferencia presidencial.

Luego de ser el epicentro del Coronavirus al comienzo de esta crisis, Las Condes ha reducido significativamente el número de contagiados. Recoleta, desde la escasa incidencia inicial, ha escalado hasta posicionarse como una de las comunas con más contagio y descontrol del virus. Mientras Las Condes deja atrás la cuarentena y busca abrirse paso a una nueva normalidad que permita conciliar la salud con la economía; Recoleta, en cambio, inaugura hoy su cuarentena bajo el débil liderazgo de un alcalde más preocupado de pelear con el Ministro de Salud que de defender a sus vecinos del virus. Por el bien de Recoleta y de sus habitantes, y a pesar del alcalde que tienen, ojalá que puedan sortear con éxito las complejas semanas que se vienen.

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