La participación de las personas mayores en perspectiva de derechos humanos

Personas de la tercera edad

Ángela Arenas es Directora de la Escuela de Derecho de la Universidad Finis Terrae

Una enseñanza que el Covid 19 está dejando en los países del mundo es cómo esta pandemia afecta a las personas de manera diversa, según sus condiciones de base. Entre los factores que condicionan una mayor gravedad de la enfermedad e incluso un aumento en los índices de mortalidad se encuentra la vejez, situación que siempre es de complejo análisis dado que entre las personas mayores se observa una realidad variopinta de condiciones sociales, familiares, físicas, económicas, grados de autonomía, entre otras. Por ejemplo, algunos viven institucionalizados, otros con sus familiares, otros en su propio hogar.

Si algo se aprende involucrándose con temas de envejecimiento y vejez, es precisamente que aventurarse a concluir, opinar, juzgar y criticar son actitudes desafortunadas. La “aequum prudentia” (justa-prudencia) parece ser la mejor consejera. Con esta consideración previa, se puede observar que el vivenciar un estado de excepción constitucional de catástrofe ha limitado el ejercicio de las libertades de movimiento de la población en general; la posibilidad de contagio es transversal. Hasta el momento, las medidas de confinamiento o cuarentena pueden llegar a ser causa de aislamiento social y alejamiento de las redes familiares de las personas mayores causando sufrimiento y alteraciones en la salud mental y física, afectando su calidad de vida.

Las medidas de desconfinamiento gradual o de levantamiento de cuarentenas paulatinas en Chile, sugieren entonces calibrar las medidas que se adopten desde una perspectiva de derechos, para que las personas mayores sean apoyadas integralmente resguardando su incorporación comunitaria, en cumplimiento de la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores (artículo 8º). De este modo, los estados parte promoverán y facilitarán que la persona mayor tenga la oportunidad de desarrollar sus capacidades y potencialidades.

Cabe destacar como ejemplo de buena práctica, la orientación y acción que desde el mes de agosto ha liderado el Servicio Nacional del Adulto Mayor -Senama-, a través del “Diálogo Participativo sobre Desconfinamiento” en el cual se han involucrado 240 dirigentes mayores de todo el país, la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile, Presidencia, Minsal y Senama que convoca. Unidos sociedad civil y Estado han desarrollado una estrategia positiva cuyo fruto ha constituido la base del desconfinamiento de personas mayores de 75 años. También, ha motivado la generación de una mesa de trabajo permanente y trasversal con representantes elegidos regionalmente por las organizaciones en sus territorios y que relevará los temas que los mismos diálogos han comenzado a profundizar, tales como el ejercicio del derecho a voto de las personas mayores en contexto Covid 19, las consecuencias para la salud física y mental que se han provocado por causa del confinamiento en personas mayores y la brecha digital entre la población mayor de Chile. Respecto a este último punto, son las mismas personas mayores quienes manifiestan su interés por acceder a tecnologías nuevas y equipos móviles inteligentes, recibir apoyo para solucionar o mejorar su propia conectividad online y que se amplíe la oferta programática en capacitación/alfabetización digital hacia ellos.

Desde la gestión operativa -no menos importante para estos efectos-, se ha asegurado previamente la participación de los dirigentes con la adquisición de zoom profesionales para cada región, que se han puesto a disposición de las organizaciones y, cuando ha sido necesario, se han facilitado las recargas de celulares a los líderes mayores de nuestro país, con el objetivo de hacer eficiente su comunicación con las bases.

Este conjunto de acciones unido al esfuerzo anónimo de muchos involucrados, ha permitido resguardar y garantizar la participación de los mayores en distintas instancias del quehacer público, enriqueciendo las miradas. Seguramente hay mucho que mejorar en este camino, sin embargo, gracias a esta modesta práctica bien intencionada, en tiempos confusos y difíciles para el país, una vez más las personas mayores enseñan a generaciones más jóvenes que la voluntad de adaptación a nuevas circunstancias, el superar la frustración, el respeto a la institucionalidad y el sentido de bien común, son virtudes personales y ciudadanas que debemos y podemos cultivar a cualquier edad.

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