La pataleta



El pasado jueves, los máximos dirigentes del Frente Amplio anunciaron que revisarían el acuerdo administrativo que tienen con la ex Nueva Mayoría, debido a la votación favorable de algunos diputados demócrata cristianos y radicales al proyecto de inmigración que presentó el gobierno; acusándolos, y no por primera vez, de colaborar con la derecha.

En mi opinión se trata de un nuevo berrinche del FA, que devela una ingenuidad, una incoherencia, una frivolidad y una mala práctica.

Es una ingenuidad, cuando no una hipocresía, el declararse sorprendidos por la conducta de ciertos dirigentes o partidos políticos que hace mucho tiempo vienen mostrando una incomodidad con su incondicional participación en una coalición de izquierda y que reclaman la necesidad de buscar una identidad diferenciadora. Es un hecho notorio y de conocimiento público, que podría explicar el más básico de los observadores políticos, que particularmente al interior de la DC hay un largo y profundo debate a este respecto.

Es una incoherencia, pues fue el propio FA quien se encargó de pedir y enfatizar que este fuera solo un acuerdo de carácter administrativo y que no importaba coincidencias políticas o programáticas, sino solo pretendía viabilizar una mayor influencia en el debate del Congreso, por la vía de presidir la cámara y sus respectivas comisiones. Puestas así las cosas, mal puede haber algún acuerdo que se haya quebrado; salvo, claro está, que por tal se entienda que dichos diputados DC y PR debían votar siempre como lo hacían los del FA.

Es una frivolidad, pues solo a horas del parafernálico anuncio, rápidamente aparecieron algunas voces internas del propio FA que matizaban los alcances de esta mediática decisión, mostrando una baja comprensión sobre los efectos y la responsabilidad que importan acciones políticas de esta naturaleza. Similar frivolidad, si se me permite recordarlo, es la que mostró una diputada que, a horas de conocerse su cruel juicio sobre un ex senador de la República y la justificación de su asesinato, se limitó solo a decir que había sido una frase desafortunada, que pedía perdón a la familia y, a continuación, se tomó una licencia médica.

Y también es una mala práctica, pues a estas alturas pudiera sospecharse que fue una maniobra que más tuvo por propósito presionar a los díscolos de la oposición, poniendo en tela de juicio la palabra empeñada y el cumplimiento del acuerdo, justo además cuando la presidencia de la Cámara le correspondía a un DC.

Mucho se habla de la conducta adolescente del FA. Discrepo, pues no quisiera que se estigmatizara ese momento en el desarrollo de las personas. Más bien, esto fue algo histérico, mesiánico y vanidoso.

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