La reconfiguración de los partidos políticos



SEÑOR DIRECTOR

Es un lugar común entre académicos y especialistas abogar por la importancia de los partidos políticos como un instrumento indispensable para fortalecer la democracia. Sin embargo, la crisis de confianza hacia las instituciones y la degradación de la política partidista es un fenómeno mundial. ¿Cómo salir de ello y lograr que los partidos vuelvan a ocupar el rol de intermediación entre la autoridad y la sociedad civil? No hay una respuesta única y definitiva. Lo ocurrido en la elección del pasado 15 y 16 de mayo puede dar algunas luces.

Pareciera indispensable vincular a los partidos con los independientes, aunque en algunos casos estos se acercan a ellos solo para alcanzar un cupo o escaño. Las bases partidarias se quejan del espacio que se abre a los independientes en desmedro de los militantes, a pesar de que sus dirigencias insistan en mostrar como propios candidatos electos que en realidad no lo son. Las decisiones de los partidos deben asumirse de cara a la ciudadanía, promoviendo y entregando mecanismos de participación; por ejemplo, eligiendo candidatos a través de primarias y no por designación cupular. Además, deben transmitir nítidamente cuáles son sus postulados, ideas y principios, qué los diferencia. Si bien es complejo, es imperativo construir una identidad propia, nítida y transparente.

A pesar de los tropiezos y sin sabores que decisiones como éstas pudieran generar inicialmente, requieren un ineludible cambio a sus estructuras y formas de actuación. Así, más temprano que tarde podrían volver a conectarse con ese esquivo electorado que hoy les da la espalda, cerrando el espacio a los populismos que degradan la democracia.

Emilio Oñate Vera

Decano Facultad de Derecho y Humanidades, UCEN

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