La reforma policial: construcción de una policía democrática

Foto referencial: AgenciaUno


En América Latina uno de los temas pendientes es la reforma de la policías para limitar la corrupción, aumentar la efectividad y disminuir el uso ilegal de la fuerza. Los esfuerzos han sido múltiples, los resultados pocos. En general vemos limitada voluntad política que no permite la implementación de programas de largo plazo que requieren inversiones importantes, capacidades civiles y sostenibilidad a pesar de los cambios electorales. 

Chile siempre fue una excepción. No por que el poder civil fuera más sólido o las voluntades políticas estuvieran instaladas para consolidar una policía más democrática, sino por que las policías, especialmente Carabineros, hicieron procesos de transformación interna que les permitían consolidar la confianza ciudadana, responder con rapidez a las solicitudes del gobierno de turno y limitar los hechos de corrupción.

Así se consolidó un modelo policial que ha sido exportado con avidez por Chile a múltiples países. La disciplina militar, la jerarquía institucional, el plan cuadrante, las tareas de prevención, las acciones en situación de desastres naturales, la respuesta rápida, son solo algunos de los temas que se reconocen en el hemisferio como claves en la consolidación de una policía moderna y profesional.

No es extraño escuchar en foros policiales de las Américas reclamos de otras instituciones por no tener los beneficios económicos, de salud y pensiones que tienen los Carabineros en Chile. Sin mencionar, los años de formación, los constantes entrenamientos y vinculaciones internacionales a los que la oficialidad tiene acceso. Sin duda beneficios que no tiene casi ningún oficial policial de la región, con la excepción de Colombia posiblemente.

Pero ¿una policía profesional implica una democrática? No necesariamente.  La actual crisis que lleva varios meses y que termina de explotar cuando un oficial destruye evidencia de un procedimiento donde hay un joven chileno muerto por una bala en la nuca así lo demuestra.

Para consolidar una verdadera policía democrática se requiere avanzar en tres frentes claves. Primero mayor gobierno civil, lo que no significa un jefe policial civil sino que el Ministro de Interior y Seguridad Pública y toda la institucionalidad existente tome control real sobre las instituciones, sus procedimientos, acciones y reacciones. Esto pondrá en aprietos a los partidos políticos que no han consolidado cuadros preparados en la temática y que históricamente prefirieron colocar operadores que negocien con la policía en términos más políticos que técnicos.

Segundo, transparencia es la base de la legitimidad policial. Pero no transparencia basada en buenas coberturas de prensa vinculadas con primicias ciudadanas o de respuesta policial. Sino respuesta a los reclamos ciudadanos, conocimiento de dotación, apertura de procesos administrativos. En fin, cumplimiento de la Ley sin respuestas evasivas o demoras injustificadas como hemos visto en los últimos años ante solicitudes realizadas por el poder legislativo.

Tercero, rendición de cuentas pero no en los actos donde hoy se entregan datos y discursos sino vía la consolidación de organismos a nivel local, regional y nacional con presencia de la sociedad civil donde se discutan avances, resultados  y problemas. Las rendiciones de cuenta de hoy no sirven, son actos performativos (puestas en escena) donde no se amplía la confianza y legitimidad ciudadana.

Finalmente, la confianza policial ha sido alta en Chile pero es más baja entre los que más necesitan un servicio policial de calidad. Aquellos que no pueden acceder a seguridad privada o a municipios con verdaderos ejércitos de guardias e infraestructura de seguridad.  Son miles los policías que día a día realizan sus labores de acuerdo a lo que les obliga el reglamento y les sugiere el mando, necesitamos con urgencia relevar las innovaciones positivas, los liderazgos locales que permitan que los mejores estén destinados en las comunas que más los requieren y a los ciudadanos que de otra forma se sienten abandonados a la inseguridad.

Llegó la hora de hablar de reforma policial en Chile, la ventana de oportunidad es pequeña, la responsabilidad la tiene el Gobierno y el Legislativo. Esta vez esperamos que  la ciudadanía no acepte medidas parche o tibias solicitudes de renuncia. Seamos claros, policía profesional pero no democrática ya no alcanza.

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