La viga en el propio

Comision conjunta de Hacienda entre la Camara de Diputados y el Senado
SEBASTIAN BROGCA/AGENCIAUNO


La oposición acusa al gobierno de poca altura de miras al levantar temas populares que ponen a la población de su lado, pese a ser iniciativas no tan relevantes. Sería el caso de los proyectos de admisión escolar y de control de identidad.

Pero si la oposición no quiere que el gobierno haga eso, debiera dar espacio para que pueda tramitar proyectos e iniciativas más relevantes. En esa categoría están el de modernización tributaria y la reforma a las pensiones, que ya están en el Congreso, y otras que se anuncian como reformas a los seguros de salud o la legislación laboral.

El proyecto de reforma tributaria ha sido objeto de una larga tramitación, donde la postura de la oposición ha sido extraordinariamente rígida, al punto que luego de seis meses aún no ha aprobado la idea de legislar. Recordemos que en una iniciativa similar durante el gobierno de Michelle Bachelet, la comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados aprobó la idea de legislar en dos semanas. Ahora, en cambio, ha ido cada vez aumentando las exigencias de cambios, hasta el punto de arriesgar que se desfigure el proyecto de tal manera, que ya no corresponda a una iniciativa que se ajuste al programa del Presidente Piñera. Esto, pese a la buena disposición del ministro Larraín a acoger algunas de sus inquietudes.

La discusión partió con una disposición obstructiva, al cuestionar los cálculos incluidos en el informe financiero sobre los efectos en la recaudación de diversas medidas, como la integración tributaria y la introducción de la factura electrónica. Dichas estimaciones, realizadas por el Servicio de Impuestos Internos, son la base para discutir proyectos tributarios, y la oposición, si actúa de buena fe, debiera aceptarlas y no entrar a cuestionar cada cifra.

Durante la semana, el ministro de Hacienda se ha mostrado dispuesto a aumentar a 19%, equiparándolo con el IVA, el nuevo impuesto que se cobrará a plataformas tecnológicas, que en el proyecto original era de 10%. Adicionalmente, ha señalado que se cobrará a las empresas que realizan grandes proyectos de inversión un aporte de un 1% a la región donde se localicen. Las concesiones del ministro Larraín son generosas, sino excesivas. Este último sería el caso, si es que ese aporte de 1% no es considerado un crédito para el impuesto de primera categoría, pues ello redundaría en un aumento de ese impuesto para las empresas. En el programa de gobierno se contemplaba una rebaja de ese impuesto, que no se ha materializado en el proyecto. Pero otra cosa es que éste termine subiendo.

El gobierno no puede hacer la reforma tributaria que quiere la oposición, pues traicionaría su promesa de recuperar la inversión y el crecimiento. Exigirlo y quejarse porque se presentan proyectos de poca relevancia, es ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

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