La vitrina

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El expresidente brasileño Lula da Silva, en una foto de abril pasado.


Es curioso. Si hablamos de consecuencia democrática, mayorías estables y prosperidad para sus pueblos, no brillan en la actual vitrina de ofertas de la izquierda latinoamericana sus experiencias más exitosas como gobernante. Ni el Frente Amplio del Uruguay, tal vez de poco glamour revolucionario, salvo Pepe Mujica. Ni los gobiernos de Fernando H. Cardoso en Brasil y de la Concertación de Chile, que decididamente fueron retirados de ella, por presuntas desviaciones "neoliberales".

Así las cosas, lucen en la vitrina de la izquierda latinoamericana, Cuba con sus 60 años de revolución, Venezuela y Nicaragua con sus crisis descomunales, la Argentina de Cristina Kirchner procesada por corrupción, Correa de Ecuador y Morales de Bolivia, buscando prolongarse indefinidamente en el poder. Nada muy atractivo, ¿verdad? Hacen nata en la izquierda los que ven todo éxito como sospechoso y todo fracaso e inconsecuencia como excusable en la maldad de otros.

También está Lula en la vitrina. Pero no por sus dos exitosos gobiernos que, sumados a los de Cardoso, fueron buenos tiempos para Brasil. Está en ella procesado por corrupción.

Mi alegato al respecto no es judicial, ni sobre la calidad de las instituciones brasileñas; aún siendo mejores que varias de la vitrina. Bien sé también que la política nunca desaprovecha las caídas de un adversario, pero ajusta su reacción a sus posibilidades. Personas distintas pueden tener castigos y solidaridades diferentes por acusaciones parecidas. Lula está preso mientras Cristina Kirchner, acusada igualmente de corrupción, está en libertad y sin carta.

Es un tema si la justicia brasileña se "extralimitó" con Lula. Pero hay otro que me consterna más. Allá no está procesado solo Lula; también José Dirceu, líder político del PT y su jefe de gabinete presidencial condenado en 2012, otros dirigentes de ese partido, de otros partidos y varios grandes empresarios, acusados de corrupción dentro y fuera de Brasil. De esa trama corruptora hay dirigentes políticos y grandes empresarios confesos. Es difícil, casi insultante, sostener que de esto Lula nada sabía. Eso me importa más que el departamento de tres pisos con piscina, o las otras causas abiertas contra él.

Hay demasiadas señas de colusión entre el PT y el gran capital. Manchó en su accionar corrupto a políticos de toda la región, incluido Chile. ¿Nada saben de las redes del PT de Lula con OAS, Odebrecht y otros? ¿No estuvo Lula en Chile en noviembre de 2013, promoviendo ante autoridades y privados la adjudicación a OAS - la misma del avión de campaña de MEO - de la licitación del Puente del Chacao? La vitrina descrita no enorgullece a la izquierda latinoamericana, la agobia. La chilena debe evitar aparecer cohabitándola. Más aún, obliga a revisar a fondo muchas cosas para asegurar capacidad de generar prosperidad y justicia social; e intransigencia ética al actuar.

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