La vuelta larga



Por Carlos Ominami, economista

La aprobación por los diputados de la reforma constitucional para retirar hasta 10% de los fondos previsionales es como una bomba de racimo: provoca efectos múltiples y sucesivos. Por una parte, constituye una herida profunda al sistema de AFP tal cual lo conocemos; por la otra, agrava los problemas de gobernabilidad al erosionar aún más la autoridad del Presidente y su comité político y agudizar los problemas al interior de Chile Vamos.

En su intento por evitar la derrota, el gobierno no escatimó recursos: ofertas de última hora, presiones indebidas sobre sus parlamentarios e incluso tergiversaciones de las opiniones que varios economistas habíamos manifestado en la Comisión de Trabajo del Senado y que fueron usadas maliciosamente por varios diputados oficialistas.

Es de la mayor evidencia que las AFP no fueron capaces de construir un verdadero sistema de previsión social. Lo que Chile tiene es un sistema de ahorro obligatorio que funciona bien para las rentas elevadas sin grandes lagunas y juega un papel significativo en la activación del mercado de capitales. Este es el trasfondo de la votación de la Cámara. La discusión pendiente sobre la reforma al sistema previsional debe ser retomada en forma urgente.

Pero, el voto de la Cámara no habría ocurrido si el gobierno hubiese tenido la lucidez para darse cuenta del rechazo que producen la insuficiencia y tardanza de sus medidas. Un IFE por debajo de la línea de pobreza y con fuertes barreras de acceso dejó en la indefensión a amplios sectores medios. El gobierno fue advertido sobre las tensiones que se venían acumulando pero mantuvo la mezquindad de sus propuestas. El resultado está la vista. Cosechó lo que había sembrado: produjo estragos en su coalición y de paso galvanizó las filas de una oposición fragmentada.

La votación de la Cámara es un primer paso. Falta la discusión en particular y luego la discusión en el Senado. No todo está dicho. Existe una amplia mayoría que considera el retiro como una opción válida solo en la medida en que no existan otras disponibles. Ese fue el argumento que se impuso en la Cámara. En consecuencia, hay espacio para encontrar una mejor solución, tal como ocurrió con el posnatal. En ese caso, frente a la inminencia de una derrota en el Senado el gobierno se allanó a un acuerdo que permitió encontrar una solución satisfactoria.

El intento del gobierno para convencer a última hora a sus parlamentarios mejorando lo que el Presidente venía de anunciar no consiguió su objetivo, pero muestra que hay recursos para mejorar las propuestas. Un IFE adecuado a los sectores medios y un perfeccionamiento del subsidio de cesantía siguen siendo las mejores opciones. No son regresivas, no afectan negativamente las pensiones futuras y permitirían aliviar la angustia de vastos sectores. Sería un gran aporte a la tranquilidad social. Lástima tener que dar una vuelta tan larga y costosa socialmente.

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