Lecciones que dejan las primarias

Para que se estimule la participación ciudadana y se produzca una mayor competencia entre las fuerzas políticas, es necesario que estas elecciones se lleven a cabo en todo el país.



Las recientes elecciones primarias municipales y de gobernadores regionales han dejado un cierto sinsabor producto de una jornada que no despertó mayor entusiasmo en la ciudadanía. Ciertamente el hecho de que hayan votado menos de 500 mil personas -una cantidad menor en relación con los más de 14 millones de habilitados para sufragar en el caso de gobernadores-, así como las dificultades para constituir una parte de las mesas, dan cuenta de que todavía este tipo de campañas no han logrado permear a la ciudadanía.

Se ha buscado radicar en el gobierno y en el Servel la responsabilidad por esta baja convocatoria, en particular por no haber creado un ambiente electoral que estimulara la concurrencia a participar, así como por la escasa información que se proporcionó a los votantes. Aun cuando parece atendible que se pudo haber instruido mucho mejor a la población sobre los alcances de estas primarias, es un hecho que éstas aún constituyen un evento relativamente reciente en nuestra vida cívica, por lo que es necesario darles más tiempo para que se vayan asentando.

Pero probablemente el factor más incidente en la baja participación tiene que ver con los propios partidos políticos, pues tal como ocurrió en las primarias de 2016, las colectividades utilizaron estas elecciones más bien como forma de resolver disputas internas antes que como una gran convocatoria para que la ciudadanía se pronunciara sobre los candidatos. Ello se refleja en que en la mayoría de las comunas no hubo primarias, y en el caso de los gobernadores no todas las coaliciones presentaron candidaturas. Estas circunstancias sin duda restan interés entre los electores, y en la medida que las primarias sean entendidas así, se reduce sensiblemente la competencia electoral, haciendo más difícil que los incumbentes sean desafiados y se produzca un mayor nivel de rotación. Sin esos elementos, es difícil pensar en una democracia más vigorosa, justamente lo que se busca con este tipo de instancias.

Pese a todas las dificultades, estas primarias han resultado un buen ejercicio cívico, y el siguiente desafío será buscar fórmulas para que exista mayor participación. Para ello resulta fundamental que estas elecciones se lleven a cabo en todo el país, porque de esa forma se asegura más competencia y renovación.

Las primarias también son importantes porque permiten ir decantando el escenario electoral, pudiendo anticipar qué fuerzas van ganando protagonismo. Los resultados de la jornada del domingo revelaron, por ejemplo, que en aquellas zonas donde la ex Nueva Mayoría compitió con el Frente Amplio, en general mostró mayor capacidad de movilización, lo que se reflejó en un mayor número de triunfos. Ello probablemente dejará en un mejor pie negociador al bloque que conforma Unidad Constituyente frente a los sectores más radicalizados de la izquierda. Lo propio podría ocurrir con la Democracia Cristiana, cuya posición mejora al obtener el mayor número de candidatos a gobernador en el bloque de la centroizquierda. Para el caso de Chile Vamos, Renovación Nacional aparece como el partido que conquistó mayores triunfos en gobernadores, lo que le brindará más preeminencia dentro de la coalición.

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