Lecciones de una nominación

DOBRA LUSIC
08 DE MAYO DEL 2019 DOBRA LUSIC EN LA COMISION DE CONSTITUCION DEL SENADO. FOTO: DEDVI MISSENE


SEÑOR DIRECTOR

El frustrado nombramiento de la ministra Lusic a la Corte Suprema debiera dejar lecciones a todos quienes participaron del proceso, pero también para quienes se omitieron. El problema abrió el debate nuevamente sobre el sistema de nominaciones que permite la participación de los tres poderes del Estado.

El punto, sin embargo, no es la regla; es la práctica institucional que transformó este proceso en una apariencia de escrutinio público, para el cual se gestaban conversaciones informales que terminaron transformando las nominaciones a la Corte Suprema en un aspecto más de una política transaccional, que ha contribuido a degradar la confianza pública.

Las declaraciones del ministro Larraín, tras anunciar el nombre de la ministra María Angélica Repetto como nueva candidata, es particularmente elocuente sobre esto, especialmente cuando afirmó que "si ha existido" política de cuoteo, "eso se terminó". El reconocimiento del ministro de Justicia es relevante, dado que él, hasta antes de ingresar al Ejecutivo, fue senador, integrante permanente de la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, transformándose en un protagonista de la reforma constitucional de 1997 y de las 49 nominaciones que se habían remitido al Congreso para la selección de candidatos a la Corte Suprema; es decir, parte de esa "cultura" que terminó tras este caso, según sus palabras.

Pero el otro aspecto que reveló este proceso es la opacidad que existe en el sistema de nombramientos judiciales colaterales en manos de las cortes de apelaciones. Mientras el sistema de nombramientos a la Corte Suprema se puede mejorar sustancialmente, implementando buenas prácticas de cada una de las instituciones que intervienen y de los miembros de la comunidad legal, en el caso de los demás nombramientos judiciales pareciera conveniente retirar esas competencias de las cortes, porque han demostrado que se pueden transformar en un poderoso incentivo para prácticas indebidas, afectando con eso la independencia judicial, y con ello la calidad de nuestra democracia.

Luis Cordero Vega

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.