Lo que la vida dejó al descubierto


El mejor legado que nos deja el FA de su irrupción aluvional sorprendente, es haber hecho evidente que Chile y el mundo del siglo XXI reclaman una izquierda distinta a aquella del siglo XX. Sin embargo, parece que ya no fue. El presente y futuro lo quiebran. Tuvo aluvión y presencia mediática pero no militantes, a juzgar por sus internas y primarias; tampoco legisladores de visión y pensamiento compartidos si se atiende a sus deserciones, ni hoy presidenciables competitivos; y se demostró incapaz de sortear los rayados de cancha impuestos por las otras izquierdas.

Al FA, cual bíblica estatua de sal, solo lo unía su mirada vuelta el pasado. Esos 30 años que ya fueron, un gobierno de derecha que termina al cual disparar, ideas y experiencias ya caducas. El entorno y el futuro no lo ungen, lo desgranan. Envejeció. Sentirse ahora cercanos al PC, ratifica su mirada congelada en el ayer. Solo el Partido Liberal emerge incólume de la crisis del FA, sin quiebres, con identidad colectiva consistente. Habrá que prestarle atención.

El último Congreso del PC ratifica que tampoco es partido para estos tiempos. Con tono particularmente desafiante, no facilitando las cosas a sus posibles aliados, saludó el “impecable” triunfo de Maduro, exaltó la violencia y el “marxismo-leninismo”; rescató a la Unidad Popular, más que a Allende, en propuestas programáticas de medio siglo atrás, indesligables de su trágica derrota. Es provocativamente del pasado.

La demanda social de una izquierda apta para el siglo XXI da pruebas de existir, pero encuentra un vacío. Está aún por nacer. Ya no será el FA, menos el PC y cuesta esperar de PS y PPD que renegaron de su obra. Pero seguro vendrá. Será de nuevos actores, de pasados diversos y domicilios políticos propios de aquellos tiempos, que se cuestionan a sí mismos y construyen sin premuras -fundidos a la realidad viva- visión colectiva de futuro, lógica política común y obra compartida. La crisis del FA reinstala su necesidad y acerca su nacimiento.

Sin duda, gente vinculada al PS y PPD será de esa nueva izquierda en gestación, al igual que frenteamplistas decepcionados con su incapacidad de construir futuros y comunistas que optan por no seguir anclados a atavismos. Sin embargo, cuesta creer que en este proceso concurran como orgánicas, PS y PPD. Tampoco contienen visiones de futuro y son determinantes en ellos aspirantes ansiosos de posiciones en el Estado, sin demasiado interés en proyecto alguno. Pero esa secular cultura popular de izquierda de Chile, que especialmente el PS ha representado, no puede estar ausente.

Hay que estar atentos. Los movimientos serán confusos en medio de tanta elección, donde ser militante supone mucha ventaja. Pero es inevitable que venga lo que la irrupción del FA anunció y no supo ser. Chile necesita otra izquierda, distinta a las actuales.

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