Los cobardes desadaptados



Por César Barros, economista

El general Baquedano partió su carrera militar a los 15 años de edad, luchando en el Ejército chileno contra la Confederación Perú-Boliviana. Estuvo en las batallas de Portada de Guías, Yungay y Matucana. Entró a Lima: ya lo haría una segunda vez muchos años más tarde.

En la Guerra del Pacífico dirigió con gran éxito la caballería y luego la exitosa campaña de Moquegua. Después, como comandante en jefe, lideró al pueblo chileno en armas, triunfando en las batallas decisivas que le dieron a Chile la victoria: Tacna y Arica. Y finalmente Chorrillos y Miraflores. Contra la opinión del gobierno, fue siempre a la ofensiva y en busca de la destrucción del poder militar aliado. Siempre humilde. Muy lejos de la aristocracia de su época. Chile le debe demasiado, y por eso el Estado chileno erigió su estatua, montado en su caballo Diamante. A sus pies se colocó la Tumba del Soldado Desconocido (hoy violada y destrozada por energúmenos).

La plaza que lleva su nombre fue siempre lugar de encuentro para celebrar: triunfos de la selección chilena, de la U y del Colo. También del Chino Ríos y de los candidatos triunfadores de elecciones. Un lugar de celebración democrática por excelencia. También gourmet y educacional, y un nudo importante del Metro. Hoy, en cambio, es signo de violencia, destrucción y fuego. Ataques a Carabineros, a los comerciantes, las Pymes y a los ciudadanos que habitan cerca. Y ahora, la destrucción del monumento al héroe de tantas batallas.

A raíz de esto, el Ejército pidió el traslado del monumento a un recinto militar, y además trató a la turba destructora de “cobardes desadaptados” y de “antichilenos”. Una verdad del porte de una catedral: ¿qué son si no desadaptados quienes destruyen, incendian y atacan? ¿Cómo no van a ser antichilenos quienes queman la bandera y destruyen los monumentos de nuestros héroes?

Si no, ¿cómo habría que calificarlos?, ¿ciudadanos ejemplares?, ¿chilenos de corazón? Muchos políticos y opinólogos andan pidiendo la renuncia del comandante en jefe del Ejército, solo por decir una verdad evidente. Y aquellos que lo critican, deberían primero condenar a quienes violan la propiedad pública y privada sin respeto alguno por la convivencia pacífica. El general Martínez dijo solo la pura y santa verdad; y merece todo nuestro apoyo.

Respecto a la estatua: tal como lo pidió el Ejército, fue retirada y será reparada. Sebastián Piñera anunció que la estatua del héroe, será repuesta en el mismo lugar. Fácil decirlo: cuando suceda -si es que sucede- él ya no será Presidente. Por ahora - y quizá para siempre- debería ubicarse en un recinto militar, con la visibilidad que corresponde y que se merece el general Baquedano. Como ocurre con el monumento a los Héroes de Iquique, que es propiedad de la Armada de Chile, y es defendida por ellos. A ver si ahí  -en un recinto militar- serán tan valientes los vándalos para saquear e incendiar el monumento a Baquedano.

Y, urbanísticamente, hay que terminar con esa rotonda incómoda, uniendo La Alameda con Providencia, y de paso solucionando el nudo vial con Vicuña Mackenna. Eso debería hacerse ya, y que circulen los vehículos libremente, ojalá mañana mismo. Los alcaldes de Providencia y Santiago lo pueden decidir en un día. Y, ojalá aparezca otro lugar que vuelva a ser el centro de nuestros encuentros democráticos y deportivos, como siempre lo fue la Plaza Baquedano bajo la mirada atenta del héroe.

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