Los problemas no resueltos del Sistema de Pensiones



Permanentemente se discute respecto del sistema de pensiones. Se cuestiona su existencia para luego plantear como panacea la creación de una AFP estatal. Es cierto que algunos de los argumentos esgrimidos por expertos han sido fructíferos, contribuyendo así al próposito de mejorar las pensiones (pilar solidario). Sin embargo, la discusión aún es vana, pues no se enfoca en los aspectos relevantes de un mercado cuyo impacto económico social tiene gran importancia.

Durante los últimos días, el tema de fondo ha sido la distribución de los USD$260 millones de dineros rezagados. En este sentido, se está decidiendo repartir fondos que tienen un propietario, pero que por ineficiencias de la empresa que realizó la retención, además de la nula preocupación por la AFP a cargo, resulta imposible cruzar correctamente los datos e imputar de forma adecuada estos fondos.

Si evaluáramos correctamente el sistema, los esfuerzos debiesen enfocarse en temáticas regulatorias tendientes a evitar la existencia de asimetrías de información, problemas de agencia y, en especial, generar regulaciones que funcionen como contratos, estableciendo incentivos (desincentivos) correctos tendientes a mejorar la gestión de las AFP'S.

Para entender de mejor manera lo planteado, se debe comenzar por una simple pregunta: ¿Por qué surgen organizaciones como no más AFP o Felices y Forrados y de dónde deriva su credibilidad y poder? La respuesta es evidente, existe desinformación respecto de cómo opera el sistema, generando una profunda desconfianza sobre este. En términos económicos esto es denominado como "asimetría de la información", lo que lleva a una problemática mayor conocida como "Selección Adversa", donde los usuarios al no estar informados son incapaces de distinguir si lo ofrecido es bueno o malo.

Según cifras entregadas por la Superintendencia de Pensiones, en noviembre de 2017 se registaron un total de 5.298.750 cotizantes, de los cuales un porcentaje menor revisa sus respectivas cartolas o toman la decisión de cambiarse de fondo por la información pública disponible. De esta manera, si hubiese una comprensión cabal de cómo opera el sistema o la información difundida fuese completa, este porcentaje aumentaría llevando a las personas a efectuar movimientos más frecuentes de una AFP a otra, puesto que se trataría de usuarios más informados, evitando así el origen de organizaciones como las anteriomente señaladas.

Entonces, aquí surge el cuestionamiento sobre cuál es el rol de Superintendencia y qué tipo de información genera para los usuarios del sistema.

Ahora bien, si pasamos al tema de la relación de agencia, las AFPs son agentes (administradores) que debiesen tener como propósito el cumplimiento de los objetivos del principal (cotizantes), el cual es "maximizar el valor de los fondos". Si, históricamente el sistema ha tenido AFP líderes y seguidoras (efecto manada), podríamos perfectamente hablar que existen problemas de agencia como la subinversión o dilución de pagos. Es aquí donde surge una nueva interrogante y sobre la cual se ha legislado. Sin embargo, más allá del monitoreo de la Superintendencia no existen medidas concretas para generar un alineamiento entre los objetivos del principal y el agente.

Finalmente, cabe preguntarse si se han establecido normas (contratos) que incluyan incentivos (desincentivos) correctos que alineen los intereses del principal (cotizantes) con los de las AFP. Por ejemplo, el sistema bancario cuenta con indicadores claros de solvencia (Basilea). En ese sentido, ¿las AFPs se hacen cargo de su mala gestión cuando existen pérdidas o todo se fundamenta solo culpando a la volatilidad del mercado? Al parecer, culpar al mercado se ha convertido en la respuesta con "más credibilidad".

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