Los viejos estandartes

Previa Parada Militar 2018
AGENCIAUNO.


Tenía 12 años cuando mi hermano me regaló "Adiós al Séptimo de Línea". Me pareció enorme, pero lo comencé a leer y no pude parar. El libro muestra la identificación que, en la Guerra del Pacífico, la sociedad chilena forjó con sus Fuerzas Armadas; pero esa afinidad, como otras fortalezas, se fracturó durante el siglo XX con el discurso de la lucha de clases que desembocó en el quiebre de nuestra democracia. A lo largo de las décadas, los militares se fueron retrayendo, aislándose en sus cuarteles, en sus barrios, en sus familias y también progresivamente se les quitaron los medios mínimos para cumplir su misión profesional. El quiebre institucional, por último, los colocó de lleno en un polo del mapa político.

La transición ha sido también un esfuerzo por reposicionar a los militares en el lugar que les corresponde naturalmente, ese en el que son de todos y, al mismo tiempo, no son de nadie. Pero ese esfuerzo no ha sido fácil, creo que por dos razones fundamentales: la inserción real choca, por una parte, con el discurso odioso y revanchista de algunos, pero también con una reivindicación absurda de violaciones a los derechos humanos -como la que hizo el coronel Krasnoff hijo-, que no tuvieron justificación ni cuando se cometieron, ni menos ahora. Por otro lado, pese a todos los esfuerzos, la natural autarquía de la profesión militar les ha pasado la cuenta en una sociedad que ha cambiado aceleradamente y que muchas veces a los militares, igual que a otros grupos sociales, les cuesta comprender.

Hay una cierta colisión cultural entre una institución que se funda en la jerarquía y los símbolos que la constituyen, con una sociedad que demanda mayores niveles de igualdad y rechaza toda forma de privilegio. Es curioso pero, por razones profesionales, me ha tocado muchas veces escuchar a empresarios, que enfrentan algún cuestionamiento, explicar: "pero si esto siempre lo he hecho así". Exactamente lo que he visto en los medios de comunicación en los últimos días, a propósito del llamado fraude con los pasajes al extranjero.

Es que todos tenemos que asumir que muchas cosas que "siempre se han hecho así", ya no se pueden hacer. Anticiparse a lo que traen estos cambios es la clave de cualquier organización exitosa. Temo que algunos signos de estatus de los altos mandos no calzan con una administración civil que busca dar señales de austeridad; tampoco se pueden rechazar los requerimientos de control, calificando livianamente sus intenciones. Todos vivimos en ese medioambiente.

Más de 40 años han pasado desde que leí la novela de Inostrosa, pero sigo teniendo el mismo aprecio por nuestros viejos estandartes y quiero volver a verlos respetados, admirados y queridos.

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