Mantener lo bueno de la reforma educacional

Alumnos en sala de clases. Foto: Instituto O'Higgins.
Uno de los proyectos propone eliminar las notas en enseñanza básica.


El cambio de gobierno siembra dudas respecto del futuro de la reforma educacional que se aprobó durante el periodo de la presidenta Bachelet. Las reformas han sentado las bases para la construcción de un sistema escolar como tal, con apoyo a los docentes, a los apoderados para aumentar sus posibilidades de elegir colegio sin discriminación, y con una reorganización para fortalecer la educación pública que atiende a los estudiantes más vulnerables y que estuvo en condiciones de continuo deterioro desde 1981.

En educación superior, si bien se han eliminado parcialmente las barreras financieras a través de la gratuidad y se ha fortalecido a las universidades estatales, la reforma parece haber tenido menor calidad técnica en su diagnóstico y, especialmente, en la proyección del sistema de educación superior. El énfasis en universidades ha dejado en desmedro a la educación técnica, y la improvisación de la gratuidad ha puesto en apuros financieros a instituciones privadas académica y organizacionalmente serias.

En educación parvularia también se avanzó en este gobierno con la construcción de jardines infantiles de excelente calidad, así como en la creación de la Subsecretaría de Educación Parvularia. Sin embargo, quedan pendientes temas de financiamiento de la oferta de educación parvularia, de mejora continua de la calidad de la atención en los recintos educativos, así como la búsqueda de modelos flexibles para atender a los niños y niñas en función de los horarios de los apoderados.

No cabe duda de que las reformas representan avances, y que es necesario mantenerlas y, especialmente gestionarlas con una visión de construcción de capacidades para cuidar y atender mejor a los estudiantes para que desarrollen habilidades claves para la participación en la sociedad del siglo XXI.

Por este motivo, sería deseable que el gobierno entrante mantenga altura de miras y evite caer en la lógica y discurso de la retroexcavadora que tanto daño hizo al debate sobre política educativa.

Mantener lo bueno de la reforma educativa es prioritario, pues ésta ha sentado una estructura de apoyo y profesionalización sin precedentes desde 1981. Por ello es indispensable que el nuevo gobierno concentre esfuerzos en gestionar la reforma adecuadamente, desburocratice las escuelas, enfoque esfuerzos en desarrollo de capacidades de los actores educativos para la mejora continua e innovación pedagógica, mejore la calidad de la educación parvularia y genere una política de fortalecimiento de la educación superior pensando en cobertura, equidad y calidad con una visión de futuro.

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