Matrimonio igualitario

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SEÑOR DIRECTOR

Frente a la reciente resolución de la Corte Constitucional de Ecuador que legalizó el matrimonio igualitario, su entrada en vigencia en Costa Rica en 2020 por declararse inconstitucional su prohibición, y la sentencia pendiente del TC en un caso similar en Perú (cuyo Poder Judicial ya reconoció previamente un matrimonio del mismo sexo celebrado en USA como válido) cabe reflexionar.

Para quienes nos identificamos con el liberalismo es prácticamente unívoco apoyarlo, reconociendo la plena igualdad jurídica como uno de los pilares de la democracia liberal. Ni privilegios ni exclusiones, digamos, y restringir el poder celebrar un contrato solo por subjetividades morales o apelaciones a la tradición ciertamente es excluyente.

Sin embargo, quisiera rescatar el argumento del conservador David Cameron, quien lo legalizó en Reino Unido: "sí, esto va sobre la igualdad, pero también va sobre otra cosa: el compromiso. Los conservadores creemos en los lazos que nos atan; que la sociedad es más fuerte cuando nos comprometemos y nos apoyamos el uno al otro".

Más allá del valor intrínseco de ser reconocido como iguales ciudadanos en sociedad, el matrimonio representa la asociación de dos personas para organizar su vida en común y favorecer la búsqueda de su felicidad.

Aunque no lo digamos frecuentemente, defendiendo el valor de la libertad individual, la asociatividad y el compromiso mutuo son valores a los que los liberales no podemos renunciar, de cara a la discusión sobre la materia en nuestro Congreso Nacional.

Arturo Subercaseaux

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