Mensaje presidencial revuelto

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Foto: La Tercera/Archivo


Si al Presidente Piñera le tocara dar cuenta al país en el día de hoy como se hizo en un largo tiempo, las oficinas en La Moneda estarían dando vueltas en círculos. Siempre el gobierno, en el primer 21 de Mayo hacía un balance de lo que se encontró, e instalaba su propia agenda, pero en el día de hoy no se podría saber cuál es entre tanto ruido, desaguisados de ministros, la ola feminista y la crisis de la Iglesia. Por esta vez, el Presidente se suma, junto con el patrimonio de Valparaíso, a los damnificados por el cambio de fecha.

El éxito por contraste ante la retirada desastrosa del gobierno anterior, ya terminó. Contra eso no se puede girar, y el público mirará al gobierno en función de las promesas hechas en esta campaña, y en especial los tiempos mejores que implica un mundo más próspero y un estado más eficiente.

El gobierno tiene una agenda diluida ante la serie de errores de sus ministros y en especial, ante la ola feminista que ha tomado universidades, portadas de diarios. A esto se suma la dura carta del Papa que traerá consecuencias mayores para la fe católica en Chile. El gobierno parece espectador y no un actor que pueda articular políticas públicas que le permitan participar en esas conversaciones. Las intervenciones de la Ministra de la Mujer y Equidad de Género, aunque acertadas, contrastan con la calificación de "pequeñas humillaciones" que les dedicó su colega de Educación a las mujeres que protestan en los campus universitarios. También se ve la derecha más preocupada de los senos de las manifestantes que del fondo del problema.

El próximo 1 de Junio, la nueva fecha elegida para el mensaje presidencial, es la última oportunidad que tiene Piñera de instalar su relato. Tiene tiempo, pues pareciera que la crispación que describe el Presidente no ha atravesado las capas políticas y no ha dañado la base de popularidad del gobierno. Buena parte de eso se debe también a la indefinición de la ex Nueva Mayoría, demasiado tironeada por defender el relato de un ex gobierno que terminó mal, y la inmadurez del Frente Amplio que, a modo de ejemplo, lleva varias semanas anunciando que va a acusar al Fiscal Nacional y no logra presentar recurso alguno, o reclama por las políticas de inmigración ante el mismo Tribunal Constitucional que desprestigia en redes sociales.

Manuel Castells dice que las sociedades siempre viven en conflictos que solo se detienen de manera temporal mediante acuerdos que no duran mucho. Los electores de Piñera no necesariamente se traducen en partidarios del gobierno, y por tanto la estrategia de recordarle a la oposición su derrota y sus continuas divisiones no es ganadora en el largo plazo. Por ello, de manera tradicional los gobiernos suben en las encuestas, pues se ve en la televisión un Presidente hablando de acciones concretas. Es el momento del acuerdo temporal que describe Castells y donde puede aparecer el Piñera estadista que incluso podría ocupar el escenario para retar a la derecha y su público duro por no entender la crisis de la Iglesia y la ola feminista.

Será duro el trabajo para los estrategas del discurso del 1ro de junio. Además de la propia retórica, que no es una fortaleza del Presidente, tendrá que preocuparse de maniatar a sus ministros. Por sólido que esté el discurso ante el Congreso, si el Ministro de Educación dice, en el lobby de salida, ante micrófonos otra de sus expresiones, todo puede quedar en el tacho de la basura. Aquí no valen los campeones.

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