Mini ministros

Benitez
Rodrigo Benítez, ex subsecretario de Medio Ambiente. AgenciaUno/Archivo


La salida del subsecretario del Medio Ambiente se habría producido por un desacuerdo con la ministra por el alcance de las tareas que le correspondían. En concreto, se dice que ella sostuvo que el subsecretario se estaba tomando atribuciones que no eran de su cargo al plantear lineamientos e iniciativas. De ser así, ello no hace más que poner de manifiesto los errores en los diseños institucionales y las malas prácticas que les siguen. El rol de un ministro es formular las definiciones sectoriales y conducir la acción política para materializarlas. El subsecretario es el jefe interno de la cartera, la maneja administrativamente y coordina la acción de sus distintas reparticiones; es decir, debe hacer que el ministerio funcione. Así lo establece la ley orgánica de bases de la administración del Estado, que indica que los subsecretarios son colaboradores inmediatos de los ministros, coordinan la acción de los órganos y servicios públicos del sector y ejercen la administración interna del ministerio. En ninguna parte figura formular lineamientos o políticas.

Pero la misma ley agrega que podrá haber más de una subsecretaría en un ministerio. Se han creado para hacerse cargo de temas sectoriales. Y es aquí donde surgen los "mini ministros", que comienzan a buscar un espacio propio porque tienen un tema que es "suyo". Aunque Medio Ambiente tiene una subsecretaría, una vez que el genio sale de la lámpara ocurre lo inevitable: todos los subsecretarios quieren su protagonismo.

Entonces cunden los desencuentros y la confusión. El punto es que faltar a la lógica del diseño básico provoca costos. Si hay que gestionar un tema sectorial, para eso existen los servicios públicos y las divisiones ministeriales. Pero como en Chile creemos que todo lo soluciona un ministerio, ante cualquier problema al menos hay que generar una subsecretaría. Entonces ya no solo proliferan los ministerios, sino también las subsecretarías, que incluso se topan con tareas de otros ministerios y órganos, como las subsecretarías de la Niñez y Educación Parvularia. Peor aún, se crean subsecretarías tan amplias como Derechos Humanos, que dada la amplitud que se le ha dado a éstos, su rol no tiene orilla y queda sujeta a la tentación de pautear a todos los ministerios. Es cosa de tiempo para que surjan las tensiones ahí.

Chile ya no es la nación que lidera en Latinoamérica y comienza a ser superada por otras. En parte es por falta de una reforma al Estado, de la que todos hablan pero que lejos de haberse intentado, decisiones políticas y legislativas han burocratizando su estructura y la han vuelto más pesada, fragmentada e inorgánica. Eso no solo favorece las pugnas sino que la ineficacia y la parálisis en la acción gubernamental.

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