Mínimo de coherencia


Fue adecuada la reacción de la Defensora de la Niñez frente a la “detención ciudadana” del joven de 15 años que intentó robar un auto.

Quienes piensan que sus declaraciones, de algún modo, relativizan la gravedad del delito o -como algunos han sostenido- significaron una falta de “empatía” para con las víctimas, se equivocan gravemente.

Es absolutamente compatible condenar el intento de robo y el linchamiento a la vez (y a partir de los mismos principios éticos). Asimismo, es conveniente que la condena al linchamiento sea muy fuerte, incluso más que la del robo y la agresión a la víctima, justamente porque aquel acto se ha intentado justificar al punto de que algunos lo consideran lícito (por el fin o las circunstancias). Esto no ocurre con el robo (nadie defiende el asalto ni la actuación del joven, solo se reclama que la justicia sea la que opere).

Si hay algo que requiere nuestra discusión pública, es un mínimo de coherencia a la hora de valorar moralmente las acciones. En todo caso, este es un desafío que todos los sectores políticos deberían asumir.

Cristóbal Aguilera Medina

Profesor de Derecho Universidad Finis Terrae

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