Mínimos comunes

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Presidentes de partidos de la ex-Nueva Mayoría, en reunión el pasado 14 de enero.


Luego del trabajoso trámite de constituir nueva mesa en la Cámara, ahora viene el momento de los "mínimos comunes". No es un tema solo de la oposición. El gobierno necesita "mínimos comunes", al menos con alguien de la oposición para aprobar sus proyectos en un Parlamento de mayoría opositora. Y la oposición necesita construir "mínimos comunes", porque basta la deserción de uno de sus componentes, para dejar de ser mayoría.

El gobierno la tendría más fácil, si se decide a hacer gestos hacia aquella parte de la oposición menos cerril, deseosa de perfilarse como fuerza moderada, dispuesta a discutir los proyectos del Ejecutivo. El problema es que esa oposición más proclive al diálogo y la negociación, ve en el gobierno poca disposición a hacerle gestos y a satisfacer algunas de sus demandas, salvo quizás en la discusión tributaria que conduce el ministro de Hacienda. Sin embargo, la actividad económica se ha acomodado a su presente. Si hay reformas procrecimiento le viene bien; y si no las hay, el gobierno podrá culpar a la oposición de toda merma al crecimiento y el empleo. Pero, un mal manejo de los "mínimos comunes" esteriliza la gestión parlamentaria del gobierno y puede serle fatal en la reforma de pensiones.

La realidad de la oposición es más compleja. No hay una sino varias oposiciones; y de discutible calidad. Una parte vive los tropiezos, bochornos y desconciertos del recién llegado. La otra, "el día después" de la derrota más contundente sufrida en casi 30 años. Una, disputa el espacio de izquierda; la otra, busca recuperar espacios de centro. Requieren al mismo tiempo, unidad para ser mayoría y proyectar identidades que las diferencien. El acuerdo diluye identidades y la búsqueda de identidad dificulta los acuerdos.

Pero hay algo más profundo. Una suma abigarrada de partidos discrepantes puede rechazar o aprobar un proyecto de ley, elegir una Mesa e incluso ganar una elección, pero no garantiza buen gobierno ni buena oposición. Y la ciudadanía más preparada, autónoma y desconfiada de la política, se percata rápidamente. Tras el éxito de la Concertación y el fracaso de la Nueva Mayoría, fue decisiva la lógica compartida de cambio de país en una; y la ausencia de ella en la otra.

¿Cuál es el mínimo común entre un sistema de pensiones de reparto y otro de ahorro individual con pilar solidario?, ¿cuál es el mínimo común entre quienes postulan juzgar los proyectos y propuestas en su mérito y quienes consideran cualquier acuerdo como "entreguismo a la derecha"? Sumar a muchos, independiente de lo que digan o hagan, sacrifica identidad de gobernante en aras de un máximo fugaz partidocrático, hasta el próximo incidente.

Concluyo que para ser alternativa, quien más necesita "mínimos comunes" es el gobierno. La oposición necesita asumirse diversa y que emerjan de ella identidades más en sintonía con la sociedad que entre ellos.

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