Momentos cruciales en Venezuela

Juan Guaidó
Foto: Europapress


Desafiando las prohibiciones impuestas por tribunales venezolanos, el presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, emprendió una extensa gira internacional el pasado 19 de enero, y el martes regresó a Caracas, en medio de agresiones y hostigamientos llevados a cabo por partidarios del régimen. Los resultados del periplo aparecen promisorios, al visitar Colombia, Reino Unido, España, Canadá y Francia, además de participar como invitado del Foro Económico de Davos. Probablemente el mayor hito fue haber sido recibido por el Congreso pleno de Estados Unidos, durante el Discurso de la Unión, donde recibió el cerrado respaldo de republicanos y demócratas.

Guaidó ha buscado transmitir optimismo, confiado en que ha cobrado renovados bríos para desafiar a la dictadura de Nicolás Maduro. La frase con que coronó su llegada -"traigo el compromiso del mundo libre, dispuesto a ayudarnos a recuperar la democracia y la libertad. Empieza un nuevo momento que no admitirá retrocesos"- sugiere que podría estar en desarrollo una nueva fase en la crisis venezolana, pero de momento las señales que se han dado figuran más en el plano de las declaraciones antes que en acciones concretas.

Es posible que tras los contundentes respaldos internacionales que recibió durante la gira se haya renovado la confianza en Guaidó como el único con la fuerza suficiente para encabezar una oposición creíble frente al régimen. Esta nueva oportunidad que parece abrirse, sin embargo, enfrenta el desafío de no volver a debilitarse y pasar a convertirse en algo más testimonial, tal como ya le ocurrió a lo largo de 2019, lo que a la larga terminó dividiendo a la oposición. A punto de cumplirse un año de los fallidos acontecimientos de Cúcuta -cuando el régimen de Maduro recibió una fuerte asonada internacional y del propio Guaidó, lo que inicialmente hizo prever la inminente caída de Nicolás Maduro-, ello es un recordatorio de lo complejo que resulta remover a este tipo de regímenes una vez que logran enquistarse. El chavismo ha conseguido mantenerse aferrado al poder gracias al apoyo decidido que recibe de potencias como China y Rusia, lo que ha sido un dique para que la presión internacional surta efecto.

No hay certezas de si esta vez Guaidó logrará lo que no consiguió con Cúcuta, pero parece percibirse un renovado optimismo. El tiempo apremia, considerando no solo la grave crisis económica y humanitaria que azota a Venezuela, sino también las comprobadas violaciones a los derechos humanos. Todo ello crea un explosivo cuadro, que requiere ser desactivado.

El expresidente del gobierno español, José Rodríguez Zapatero, que ha oficiado como mediador entre oficialismo y fuerzas opositoras, ha dado a entender que una salida negociada podría estar cercana, sin ofrecer más detalles. Ello sería ciertamente un triunfo importante, pero en tanto el régimen siga dando muestras de inflexibilidad la presión internacional debe intensificarse, pues en el pasado el gobierno de Maduro ha usado las instancias de diálogo solo como excusa para ganar tiempo en favor de sus intereses.

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