Monumento a Baquedano: memoria, registro y afectos

SEÑOR DIRECTOR

Podría decirse que discutir hoy sobre los monumentos es poco relevante ante la situación social y política que vive el país. Sin embargo, el monumento al general Manuel Baquedano, instalado en un emblemático lugar de Santiago hace casi un siglo, ha sido puesto en tela de juicio por parte del movimiento social, justamente a raíz del estallido que se desató en octubre pasado. Y es que este monumento ha pasado a ser la imagen pública más visible en las manifestaciones de miles de ciudadanos en los últimos tres meses y también de las vandalizaciones.

Como su etimología indica, un monumento tiene la función de interpelar a la memoria y es, en este sentido, un objeto simbólico definido por la comunidad. El llamado a concurso público en 1927 para el diseño de la plaza, hasta entonces conocida por el monumento donado en 1910 por la colonia italiana, tuvo como fin honrar a través de la figura de Baquedano y del soldado desconocido, las conquistas en la Guerra del Pacífico. Pero además de este episodio republicano, la obra del escultor Virginio Arias goza de un notable valor artístico.

El 3 de noviembre pasado fue derribada la escultura al soldado desconocido y hasta la fecha se ha intentado destruir la estatua a Baquedano. Hoy se ha puesto en discusión su reubicación. Es el momento entonces de preguntarnos, ¿por qué y dónde habría de reinstalarse este monumento? O, es que ¿debe permanecer, por respeto a nuestra historia, y debemos ser capaces de levantar en nuevos espacios de la ciudad, monumentos que perpetúen significativos acontecimientos para las nuevas generaciones?

El monumento conecta a una comunidad con su entorno. Es, por tanto, más que un registro. Además de interpelar a la memoria, el monumento tiene una carga afectiva que legitima su existencia. Lo importante es que tal validación, por respeto a las generaciones que lo levantaron, resulte de un acuerdo social. Esa es una reflexión y decisión que requiere de tiempo, y también de perspectiva.

Macarena Ibarra

Historiadora Instituto de Estudios Urbanos UC