El muro de la insistencia de Trump

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Donald Trump ofrece un discurso en la ciudad fronteriza de El Paso, el lunes. Foto: AFP


Comprometió construir un muro con México en su campaña, y fue una de las promesas más controvertidas. Sumamente caro, 5,700 millones de dólares, y para muchos, de dudosa necesidad y variadas consecuencias, ecológicas, humanitarias, morales, comerciales y muchas más. Los Demócratas se han dedicado a obstaculizarlo y encontrado innumerables argumentos para oponerse. Claramente estamos frente a un incordio más político que de seguridad, lo que ha pasado a ser el verdadero objetivo de Trump, y el lograr los fondos para construirlo, sobre todo ahora, en que la campaña por la presidencia, no está lejana, pues las elecciones de mediano término ya se efectuaron. En ellas, los Republicanos aumentaron ligeramente en el Senado, pero perdieron la Cámara de Representantes, y el polémico muro no dejó de estar presente en dicha elección.

Por su parte, Trump abiertamente, supeditó su construcción al funcionamiento administrativo del país, y por 35 días, los más largos en su historia aunque no los únicos. Bloqueo presupuestario que afectó a numerosos servicios estatales y otros administrativos. Simplemente, utilizó la presión de,  "dinero para el muro, o no hay presupuesto". Algo inédito y que puso a prueba su imagen de negociador implacable. La contraparte eran los Demócratas, apoyados por algunos Republicanos. Entre ellos, una de las figuras Demócratas más representativa, Nancy Pelosi, precisamente una oponente muy dura y actual "speaker" del Congreso, aunque no parece buscar postularse a la Presidencia.

No ha sido una disputa fácil, y de verdad nadie ha salido verdaderamente beneficiado. En ocasiones pareció una pelea innecesaria, si se observaba de forma simple y lejana, con descalificaciones de todo tipo, declaraciones injuriosas, avances y retrocesos, propuestas concretas y otras descabelladas, y también, largas y ásperas negociaciones, en que el muro pasaba a ser más un pretexto que una obra indispensable para el país. Es que hay muchas más cosas en juego, por sobre la tradicional confrontación partidista, y el ganar la Presidencia.

Para empezar, un choque de personalidades que buscan no sólo derrotar al adversario, sino que aniquilarlo sin remedio. Dentro del estilo autorreferente de Trump, con una oponente como Pelosi, entre varios que también han buscado la manera de contenerlo, y en buena medida la han encontrado. Ya no es la política de costumbre, ahora hay mayor agresividad y presencia mediática, para un electorado que más que razonar y analizar propuestas de gobernabilidad, adhiere  emocionalmente a figuras, identificándose con alguna para actuar en consecuencia. Lo anticipado durante la campaña presidencial, ahora se aplica en casi toda disputa electoral norteamericana.

Luego, la migración hacia Estados Unidos, tiende a aumentar, llegando a algo más de cuatrocientos mil al año. Sin ser una cifra alarmante, pues en el 2006 superó el millón, ahora tiene una característica mucho más notoria y altamente riesgosa humanitariamente, como son las caravanas de hasta siete mil migrantes centroamericanos, a pié, que se organizan para atravesar países y estacionarse en la frontera mexicana con Estados Unidos; sumado a un México que cambió radicalmente de orientación política, y ni pensar de que contribuya a la construcción del muro.

Un problema de desplazamiento de personas que no parece ceder, con todos los desafíos de supervivencia, y lo que significa miles de caminantes, con ancianos, mujeres y niños de todas las edades, que intentan cruzar a toda costa. Para Trump constituyen un peligro de seguridad nacional. Por lo que ha tomado varias medidas, todas drásticas. Separar las familias, movilizar la Guardia Nacional, amenazar con militarizar la frontera, descalificarlos, y otras erráticas e inefectivas. Pero tales multitudes no cejan en su intento, y nada pareciera detenerlos, por ahora. Un fuerte argumento utilizable para construir el muro.

Y el famoso muro, que por cierto existe con México, en sus algo más de 3.000 kilómetros limítrofes, aunque no todo lo infranqueable que quiere Trump, principalmente en la parte oeste de la frontera, quedando unos 345 kilómetros en su parte este, que sería proyectado en hormigón.

Requiere el presupuesto para ello, y antes de volver a paralizar la administración, al concluir el plazo que Trump otorgó para hacerla funcionar, este 15 de febrero, el Congreso, luego de difíciles negociaciones, sólo aprobó por acuerdo bipartidista, provisional, unos 1.375 millones de dólares, que sólo financiarían escasos 88 kilómetros. Sólo una cuarta parte del muro buscado. Un paliativo, que no se sabe si Trump lo aprovechará para enfatizar que algo obtuvo, o vuelve a condicionarlo todo insistiendo en el bloqueo administrativo. No hay certeza de su reacción final, y menos con él.

Un avezado negociador debe, antes que nada, conocer con claridad las propias limitaciones en sus objetivos, y mostrar como un éxito lo que sólo es un logro parcial. Si no, podría arriesgar más de lo que ya alcanzó.

Sin embargo, hemos sido testigos de que Trump, en cuanto al muro, puede ser extremadamente reiterativo, y después de todo, algo ha obtenido, en un tema que divide, ingrato, lleno de contradictores, y sobre el cual no ha logrado que el electorado mayoritariamente lo secunde. Poner en perspectiva histórica su administración, subordinada al empecinamiento con el muro, parecería desproporcionado. Pero estamos frente a un dilema interno, como un pugilato de barrio, ante tantas disputas entre las Grandes Potencias. Y todo con miras a su reelección, todavía incierta, y con varias postulaciones anunciadas. Un factor nada despreciable para un Trump y su probada insistencia en construirlo.

13.02.19.

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