Naturaleza de una derrota



La derrota electoral del 17 de diciembre de 2017 tuvo para el mundo de la centroizquierda y la izquierda características especiales. La derrota está en la naturaleza de la política: las hay breves y estratégicas; se ha hablado de "dulces derrotas"; pueden ser el punto de partida o el fin de un proyecto o de un liderazgo; a veces se pierde por una buena causa y en otras defendiendo ideas ajenas. ¿De qué naturaleza es esta derrota?

Se trata de una derrota potencialmente profunda y duradera. No por el resultado electoral, que siendo claro en favor de la derecha está dentro de lo reversible. De hecho, es de los datos menos desalentadores, aunque queda pendiente, eso sí, la reflexión sobre nuevos comportamientos electorales como el de las fluctuantes y pragmáticas capas medias emergentes y el avance del voto evangélico (fenómeno en expansión en América Latina).

La profundidad de la derrota, sin embargo, se refleja en otros factores. Ésta tiene para las fuerzas de la ex Nueva Mayoría -un domicilio político al que se debe anteponer un "ex" habla por sí mismo- las características de un cierre de ciclo. Se ha roto el tejido político que la constituía y no se ven posibilidades de recomposición de un espacio común en el horizonte. A esto hay que agregar desacuerdos programáticos no resueltos, los que quedaron de manifiesto tanto en el segundo gobierno de Bachelet como en la reciente campaña presidencial. En este mundo, cuestiones valórico-culturales o los grados de crítica o asimilación a la modernización neoliberal son temas no zanjados.

A ello se suma el surgimiento del Frente Amplio, que vive este ascenso de la derecha de manera anímicamente distinta. La derrota del 17 de diciembre tuvo algo de "dulce derrota", pues marcó su irrupción en el escenario político. Puede leerse como el comienzo y no el cierre de un ciclo. Tiene programa, aunque más discrepancias de lo que se creía, y varios liderazgos en desarrollo. Sus riesgos van quedando de manifiesto: sobrevalorar su fuerza (más cerca del 15 que del 20 por ciento según la votación parlamentaria); subvalorar la necesidad del entendimiento con otros y decantarse por un "camino propio"; engolosinarse en una "pinza" con la derecha para seguir debilitando a la ex NM, poniendo el eje en la lucha hegemónica por el espacio del progresismo y no en la derrota de la derecha.

La próxima elección municipal y de gobernadores regionales va a presionar por un acuerdo opositor, pero esa sola motivación no alcanza para configurar una oposición eficaz ni menos para construir una real opción de poder. Sin asumir la asignatura pendiente de una clarificación programática que dejó la pasada elección ni reponer lógicas unitarias, derrotando las tentaciones sectarias, difícilmente se podrá estructurar un proyecto alternativo ante una derecha que despliega, hasta ahora, sin contrapesos serios su proyecto.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.